Los menores y las nuevas amenazas

Casos como el vivido en La Isla muestran una necesaria pedagogía en el uso de redes sociales

Casos como el conocido ayer en San Fernando , con una niña de 11 años como víctima, nos recuerdan con crudeza que la sociedad ha experimentado en la última década una serie de avances difícilmente comparables a cualquier otra época anterior. Probablemente desde la ... revolución industrial no se había avanzado tan rápido en tan poco tiempo y todo este progreso tiene que ver con la globalización y la era de internet.

La inmensa mayoría de estos cambios han sido para bien, puesto que los avances tecnológicos han puesto a nuestro alcance comodidades completamente impensables hace tan tres lustros. Tanto en lo relativo a nuestro día a día como en lo referente al mercado laboral. Sin embargo, todo cambio, por positivo que sea, puede tornarse en negativo si no se gestiona adecuadamente. Sirvan como ejemplo las redes sociales, a priori muy favorecedoras de la interrelación entre personas, pero que pueden convertirse en un auténtico problema cuando se hace un mal uso de ellas, sobre todo entre los menores de edad y los depredadores sexuales que están dispuestos a aprovecharse de sus pocos años.

Entre los múltiples beneficios de esta globalización está la agilidad con la que tanto ciudadanos como las empresas e instituciones pueden interactuar, eliminando burocracia y farragosas gestiones que hasta hace muy poco había que hacer ‘in situ’. De hecho, los días de miedo colectivo por el coronavirus están poniendo en evidencia el crecimiento del teletrabajo y de las posibilidades de mantenerse activo desde el propio domicilio.

Sin embargo, a veces con esta crudeza extrema de ayer, queda en evidencia que todos los ciudadanos estamos en manos de desconocidos que pueden invadir nuestra intimidad sin que seamos siquiera conscientes de ello. Es lo que ha ocurrido, por ejemplo, con la extorsión sexual sufrida por esta niña isleña a través de las redes.

El asunto es mucho más grave de lo que parece y, más allá de extremar las medidas de seguridad por parte de las familias, los cuerpos de seguridad, los legisladores y quien corresponda, en cada uno de nosotros está el decidir qué queremos subir a internet, o guardar en un terminal, y qué no, cómo enseñamos a nuestros hijos a manejar esta potentísima herramienta. Aunque a estas alturas, es prácticamente imposible abstraerse de su potencial peligro.

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