El mayor acto de solidaridad y humanidad
El Día Nacional del Donante permite ensalzar la grandiosa labor de las familias y los profesionales incluso en las peores circunstancias
España, un país tan dado a la autoflagelación, encabeza desde hace décadas una de las clasificaciones mundiales que más reconfortan al ser humano con su propio género. Es el país del mundo con mayor porcentaje de donación de órganos. Este gesto tiene la grandeza de ... mejorar, o salvar, la vida de otro ser humano gracias a un fallecido o un donante vivo que pone en peligro su salud por mejorar la de otro. Es imposible encontrar un gesto mayor de solidaridad, de generosidad y, en suma, de humanidad. En el caso de los donantes que acaban de morir, a la grandeza se une la entereza de una familia que antepone el beneficio de otro en momentos de inmenso dolor. A estas actitudes conmovedoras hay que sumar una circunstancia: la pandemia. Si ya es sobrecogedor tomar esa decisión en una situación común, cuando el miedo a la enfermedad, al contagio, se apodera de la sociedad es aún más valeroso pensar en otros. Y esta es la situación que se ha dado, la que se conocía ayer con motivo del Día Nacional del Donante de Órganos y Tejidos. En esta fecha, momento para renovar el eterno agradecimiento a los que entregan parte de su cuerpo o a sus familias, se ha conocido que España, Andalucía y la provincia de Cádiz siguen a la cabeza en el número de estos gestos. En los primeros cinco meses del año, de un año tan complicado como el anterior, se han registrado 23 donaciones de órganos y tejidos en los hospitales gaditanos, así como 36 trasplantes renales, realizados en el hospital especializado en este proceso, el Puerta del Mar, y 15 de córnea, acometidas en el centro gaditano, el de Jerez y los dos del Campo de Gibraltar (Algeciras y La Línea).
Estas cifras suponen que la provincia es la primera de Andalucía en la ratio trasplantes-donaciones/ habitantes, mientras que es la tercera en términos absolutos. Los números, en estas circunstancias tan difíciles, además de ensalzar a donantes y familiares, también merecen el absoluto reconocimiento a los profesionales implicados. Su tarea, siempre compleja, se ha vuelto titánica para mantener el control de los demandantes, el ritmo de avisos y las intervenciones en plena crisis sanitaria, con todos los centros públicos y privados desbordados por los efectos del Covid-19 y limitados por las imprescindibles medidas de seguridad y prevención.
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