Más ayudas y menos saludos
Con la distribución de ayudas a comerciantes y autónomos paralizada hace meses, el alcalde de Cádiz intenta paliar su negligencia con fotos y poses
Hasta hace seis años –antes de que todo fuera responsabilidad suya, cuando todo era culpa de los demás–, uno de los lemas de las fuerzas en la oposición, desde los cómplices socialistas a los ‘activistas’ que reventaban plenos, fue la pérdida de pujanza comercial, industrial ... y de población de la capital gaditana. El descenso del número de residentes en la ciudad –constante durante lustros como ahora– se traducía en una ciudad decadente y apática, en la que cada vez había menos comercios, menos trabajadores, menos empleados de grandes industrias, menos consumo, menos vida. La energía y el patrimonio humano –decían por entonces los que ahora tienen la ocasión de hacer– se iban por el puente para no volver.
Esa deriva se vio acentuada desde 2015 por la mala gestión de la limpieza, el aparcamiento, el patrimonio y los estímulos públicos. A esa situación se ha sumado la desgracia de la pandemia que ha cancelado sectores enteros, empresas, negocios y actividades de todo tipo. Con esa suma, las calles comerciales de Cádiz han perdido el poco brillo que tenían. Sin visitantes y con los vecinos saliendo lo justo por miedo al contagio, con horarios y movilidad limitados, la sensación es de hundimiento. Incluso cuando las medidas de confinamiento lo permiten, nadie se plantea visitar una ciudad de aspecto sucio, decadente u oscuro. Años de poca o nula inversión en equipamientos, en servicios y en imagen hacen que Cádiz tenga más difícil que haya retorno de ingresos en forma de visitantes, de consumidores o de gasto familiar incluso cuando la vacunación masiva llegue al rescate. La única ventaja de un casco antiguo como el gaditano (o el jerezano, el isleño, el portuense) respecto a los centros comerciales consistiría en ofrecer un encanto particular, una experiencia placentera. Eso va a ser difícil con los escaparates muertos, las calles desiertas y las calles empapeladas con carteles de traspaso. El Ayuntamiento de Cádiz tiene la posibilidad de aliviar esta sangría con la distribución de las ayudas económicas que conceden otras administraciones pero por ahora no ha movido ni un euro, ni un papel. Incapaz de agilizar la entrega de fondos, de auxilio real, el alcalde prefiere hacerse fotos saludando a comerciantes y autónomos. Su fuerte siempre fueron las palabras, no los hechos. Parecer y no ser. Sin embargo, en esta tremenda crisis, las poses y los saludos no valen para nada.