LA VOZ de Cádiz
La Lotería como síntoma
Este virus nos va a quitar a muchos seres queridos, nos despojará de parte de nuestro bienestar, pero no debe robarnos la ilusión
Este virus nos va a quitar a muchos seres queridos, nos despojará de parte de nuestro bienestar, pero no debe robarnos la ilusión.
La Lotería de Navidad es tradición, nostalgia, ilusión. Pero también es un termómetro idóneo para medir la temperatura de ... la sociedad, que había ido subiendo a finales de esta década tras el ‘crack’ financiero del 2008. Su compra venta fluctúa en consonancia con el estado económico de los ciudadanos, y en estas fechas es un nuevo indicador de que la pandemia no es sólo una cuestión sanitaria: además de global, es una crisis total.
La fortaleza de este virus no radica en su tasa de mortalidad, sino en la velocidad con la que se transmite y por tanto, por la necesidad de frenarlo, en el daño que provoca en la estructura del sistema mundial, carcomiendo sus pilares y afectando a todos los niveles. A todos. Y por esta inercia bien conocida, la afección será mayor en este rincón del sur, la carta delicada en este castillo de naipes en riesgo de derrumbe.
El golpe en Cádiz será mayor que en otros rincones del país. El cierre perimetral y la limitación de movilidad han cercenado las visitas a esta tierra que por su condición turística atrae a nuevos viajeros en estas fechas otoñales. Como tradición muchos de estos huéspedes compraban el décimo para llevarlo a casa. Es como el ‘souvenir’, el recuerdo de una jornada inolvidable.
Ahora no es sólo que los gaditanos comprarán menos boletos por la penuria económica, es que los de fuera esta vez no podrán adquirirlos. Las cifras actuales son deprimentes, aún con el deseo de que la cercanía de la Navidad y la relajación próxima en las medidas insufle algo de oxígeno a este negocio que mueve millones de euros. Pero lo que se ha perdido ya es irrecuperable.
Este virus va a quitarnos a muchos seres queridos. Nos va a despojar de parte de nuestro bienestar, que no sólo se cuenta en billetes o monedas. Pero no nos puede robar la esperanza ni la ilusión.
Regalar un décimo de la Lotería de Navidad, compartir un ‘cuponcito’ con un familiar, un buen amigo o los compañeros de trabajo, forma parte de nuestra vida y de nuestra felicidad. Más allá de que toque, no es por el premio Gordo. Y este epílogo del 2020 se convierte en un acto contestatario y de desafío ante una enfermedad que no puede cambiar nuestra esencia.
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