El lejano debate local
La participación ciudadana es una quimera cinco años después de la llegada de Kichi
Los plenos municipales están destinados a ser foro de representación, y participación, de la ciudadanía en la vida de la ‘polis’. Hace tiempo que, en Cádiz, esa idea es una utopía, una leyenda tan lejana como la Grecia clásica. Los plenos no sirven de mucho. ... Ya no es porque sean telemáticos en estos meses de imposible acercamiento. Tampoco se trata de su habitual duración, incompatible con el seguimiento ciudadano, ni de las dificultades para la intervención de los vecinos, que tratan de ser corregidas cada poco. El mayor freno al protagonismo de los vecinos en las actividades municipales del Ayuntamiento está en su esencia, en su filosofía.
Su mayor tara es su intrascendencia. El empeño en cambiar el nombre de una avenida cuando los vecinos se enfrentan a la mayor crisis económica y social que hayan conocido en sus vidas da una medida exacta de la fijación por lo inútil, por lo estético y lo frívolo. La mayoría de los puntos a debatir –ya desde los últimos cuatro años de Teófila Martínez en la Alcaldía, es decir, hace casi diez años– están llenos de llamamientos a la paz universal, la defensa de la sanidad pública, el orden militar en Oriente Medio o cualquier otra causa imposible, ajena, por lejana. Abundan las incomprensibles instancias a instituciones de mayor rango, declaraciones vacías o proclamas de lo más estrambótico. Sirvan estos ejemplos, reales y frecuentes, para resaltar que un modesto ayuntamiento de provincias no tiene capacidad para corregir el producto interior bruto, el modelo productivo, la legitimidad de la monarquía o la república, ni la calidad democrática de, pongamos, Arabia Saudí.
La mitad del tiempo, como poco, se les escapa tratando del sexo de los ángeles cuando la participación ciudadana real queda frenada una vez tras otra. La otra mitad de ese tiempo se va discutiendo si los ángeles existen o si los concejales laicos deben ir a recibirlos cuando decidan tomar tierra en Cádiz. Las tensiones políticas mundiales, nacionales o regionales se convierten en protagonistas, en tema monográfico, hasta el punto de que parece que los ediles de la capital gaditana usan estas sesiones para jugar a la política, para quedar bien con sus jefes de filas, compañeros e ideólogos, para aparentar ser muy militantes, muy comprometidos y muy combatientes en batallas a las que nadie les invita, en las que no pueden participar. Mientras, las locales, las pequeñas, las necesarias se quedan sin hacer, sin tratar, sin ningún tipo de acción real, ejecutiva. Ni siquiera hay hoy, cinco años después de la llegada de Podemos, herramientas reales y prácticas de participación ciudadana.
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