Lecturas sobre Madrid desde lejos
Cada proceso electoral tiene matices propios pero en la victoria aplastante del PP cuesta obviar el desprestigio nacional de PSOE, Cs y Podemos
Los teóricos de la política y los procesos electorales siempre repiten que los resultados no pueden extrapolarse. Que el reparto de votos de unas municipales, por citar un ejemplo, no es significativo para unas generales o unas autonómicas que vayan a celebrarse en esa misma ... localidad a unos meses vista. Pueden tener razón –algunos acertarán porque están muy bien pagados como asesores– en algunos casos. En Cádiz fue célebre que ganara, hace apenas tres años, el PSOE en unas elecciones generales y sufriera una sonora derrota en unas locales muy cercanas en el tiempo. La lógica estadística tiene una base indiscutible pero resulta igualmente innegable que citas electorales como la madrileña –por las circunstancias, por volumen de votantes, por lo representativo...– tienen lecturas inequívocas desde otros ámbitos territoriales. Incluso en Andalucía o a escala provincial.
Para empezar, el derrumbe de Ciudadanos es ya una evidencia. A lo sucedido en Cataluña o, ahora, en Madrid le acompañan matices propios pero nadie se jugaría ahora un café a que la formación de Arrimadas y Marín repetiría, soñaría siquiera, los resultados que obtuvo en cualquier comunidad o ayuntamiento en la convocatoria anterior. Es igualmente innegable el descrédito del fenómeno, efímero, de Podemos y sus marcas locales. En Andalucía, en Cádiz sin ir más lejos, ha dilapidado las expectativas que levantaron a base de disputas internas, política de artificio y poses como el lenguaje inclusivo (entre otras mil). La dimisión de Pablo Iglesias, al ser acogida con alborozo indisimulado por Teresa Rodríguez o José María González ‘Kichi’, no supone más que aplaudir el abrupto corte de las barbas del vecino, aliado hasta hace unos pocos años. En el caso del PSOE, también cabe hacer lecturas externas a Madrid. Es difícil discutir que el candidato señalado por el tándem Sánchez-Redondo ha conseguido un resultado desolador, una derrota histórica. En buena parte, cabe achacarlo a la política de connivencia con radicales e independentistas. En Andalucía, ni siquiera tienen candidato claro y es difícil que un mensaje propio aún desconocido haga contrapeso a tanto desprestigio estatal.
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