Kichi, ser alcalde desde la barrera

La posición municipal de esperar a que los sindicatos se pongan de acuerdo entre ellos para la RPT es de una preocupante dejación de funciones

El alcalde de Cádiz, José María González, se está convirtiendo en el increíble hombre menguante. En su labor como regidor, como primera autoridad de la ciudad, ha ido haciéndose pequeño, pequeño, pequeño hasta prácticamente desaparecer. El último ejemplo lo tenemos con todo el conflicto de ... la Policía Local. Tan de perfil se ha puesto Kichi que no sólo es incapaz de tapar las torpezas de su concejal de Personal, Demetrio Quirós, sino que ni siquiera se le lleva a vislumbrar.

Es extraño para un líder que, en teoría, quiere repetir para el próximo año este tipo de comportamientos. Cuando se acercan las elecciones, todos los dirigentes políticos hacen por aparecer más, por exhibir sus capacidades. Sin embargo, Kichi ha optado por lo contrario. Si no se mueve, pensará que no se le verán los errores, sin percatarse que es precisamente esa falta de iniciativa y, sobre todo, de liderazgo, lo que más a las claras está poniendo la necesidad de un relevo. El que haya pedido a los sindicatos que se pongan de acuerdo entre ellos para buscar una solución al caos creado con la aprobación del nuevo reglamento de la RPT es la prueba de que, en estos momentos, el Ayuntamiento es un barco sin rumbo.

Mientras, la ciudad sigue esperando que se busquen soluciones. Culpar a los sindicatos, tanto los policiales como a Autonomía Obrera, de reivindicar lo mejor para sus afiliados es una muestra más de la tendencia de este ayuntamiento de echar balones fuera, como ha sucedido en estos días con la calamitosa gestión de la carpa. Es cada vez más palpable que hacen falta nuevos bríos que desbloqueen los problemas de la ciudad. Kichi vive, con la Policía Local y con el resto de asuntos de su competencia, en una especie de alto el fuego permanente con amenaza de que vuelvan las hostilidades. Y todo apunta a que con los agentes, desde este jueves volveremos a tener confrontación. De nuevo, una gran cita, como es el Carnaval, sufrirá la endémica falta de capacidad del equipo de Gobierno para gestionar sus recursos. Y de nuevo, volveremos a escuchar una retahíla de excusas y de culpables en la que no estarán ellos.

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