Jugando con fuego

«Es inadmisible politizar hasta un incendio en el que gracias a la labor de bomberos, sanitarios y cuerpos de seguridad se evitó una tragedia»

Suele ocurrir. Se lamentan tragedias reales, dramas ocurridos, muertes fechadas y selladas. El ser humano llora las catástrofes consumadas. Pero apenas reconoce las desgracias potenciales: las evitadas. El pasado 10 de febrero se originó un fuego en la sexta planta del hospital Puerta del ... Mar , en plena pandemia y en la arteria principal de la ciudad. Las imágenes publicadas reflejan el poder de las llamas, que han arrasado habitaciones donde instantes antes había vidas. En éstas, no hay tiempo para lamentos, sólo para actuar casi por instinto, el cual activa todos esos mecanismos fraguados por años de experiencia y aprendizaje.

La sociedad asume que todos hacen su labor y escasean los elogios. Policías, bomberos y vigilantes, con el apoyo de unos sanitarios que son sin duda los héroes de estos tiempos, convertían un posible suceso histórico en casi una anécdota. Hicieron su trabajo.

Por ello es inadmisible que azuzen los rescoldos para encender una nueva lucha política. Al igual que en ocasiones precedentes, el alcalde de Cádiz José María González ‘ Kichi ’ intenta tapar sus errores hundiendo aún más la pata en el cenagal. Mientras el hospital ardía, él ‘tuiteaba’ la emoción por escuchar en televisión el pasodoble de Carnaval de su amigo Jesús Bienvenido. Una pifia indiscutible, que en lugar de provocar la lógica rectificación y el arrepentimiento sincero trae consigo el zarpazo hiriente del que se siente acorralado. Ahora, responsabiliza a la Junta del incendio al asegurar que «el sistema de autoprotección falló. La alarma no saltó de forma automática, la manguera no llegaba al final del pasillo».

«El plan funcionó», aseguran los bomberos. Debería bastar para zanjar una polémica que hasta ha traído una novedad en la batalla política y mediática: los ‘pantallazos’ del móvil para demostrar una supuesta felicitación del adversario. Hay que subir el nivel para no emular las peleas de los adolescentes en el instituto.

Por suerte el fin de semana enfría los ánimos y termina apagando estos conatos de incendio que no benefician a nadie, ni al que gobierna por infantil ni al que fiscaliza por ineficaz. Sólo enardece a los fanáticos, los que aprovechan cualquier excusa para detonar las calles envueltos en no sé cual derecho que a la par pisotean. Y entre llamas, fuego y humo, unos ciudadanos cada día más quemados. Achicharrados.

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