Intolerable deslealtad y falsedad del ministro Garzón
El sector y la oposición en la provincia se unen al clamor contra un inexplicable desprestigio del sector ganadero
Grande ha tenido que ser el yerro cuando ni los propios, en un mundo tan sectario y cainita como el partidista, te apoyan. Es lo que le ha sucedido al ministro Alberto Garzón que se ha permitido la dañina frivolidad, impropia de su cargo, de ... criticar la calidad de la carne del sector ganadero español. Además, lo ha hecho en el mercado exterior, en un periódico británico. Dejarlo solo es el mayor castigo al que pueden someterle sus compañeros de partido y de Gobierno. Eso de decir que habla por su cuenta, por libre, es una forma de ponerle a los pies de los caballos –por seguir en la temática animal– que no se sostiene bajo ningún argumento. Para empezar, ningún ministro habla «a título personal» cuando hace declaraciones a medios internacionales.
Un miembro del Gobierno no deja de serlo a ninguna hora del día, ningún día de la semana, menos aún cuando es entrevistado, aún menos cuando habla fuera de España, cuando desprestigia un producto nacional que se exporta y lo hace a ojos de un mercado teóricamente comprador. Es absolutamente aberrante, como el Partido Popular de Cádiz o los colectivos de ganaderos de la provincia han subrayado, que por unos prejuicios ideológicos basados en la ignorancia científica cause tanto daño económico a miles de empresarios y de familias. El clamor es absoluto en toda España. Incluso entre los suyos. Así habrá sido de gruesa la metedura de pata. Se trata de una deslealtad con el país que representa, pero también una reincidencia en su torpe fijación contra la industria cárnica. Ya atacó a este colectivo cuando habló de los perniciosos efectos en la salud, en absoluto demostrados, de un alto consumo de carne en la dieta común de cualquier persona. El presidente no podrá salir ahora al paso con un chascarrillo sobre un chuletón, como en el episodio precedente, para tratar de cubrir el daño causado. España cuenta con severas medidas de control y prevención en la industria ganadera, como toda la UE, y la última crisis de seguridad alimenticia sobre la carne tuvo como origen Gran Bretaña (el ‘mal de las vacas locas’) donde Garzón hizo las declaraciones señalando a la ganadería española. Una ridícula ironía. Si el ministro Garzón cree que la carne española no tiene buenas condiciones su obligación política, moral y legal es denunciar las malas prácticas y combatirlas.