El inolvidable verano de 2021

En circunstancias inimaginables, con prestigio acumulado, Cádiz se instala en la cumbre turística nacional: es obligado sacar conclusiones

Durante muchos años, antes de 2020, la cuestión principal era si la provincia de Cádiz era capaz de afinar y exprimir su apuesta, y dependencia, por el sector turístico. A falta de otras alternativas, quedaba por saber, ya antes de que terminara el siglo XX, ... si sería capaz de rentabilizar una dotación natural (clima, playas, sierra, deportes, contrastes...) y cultural (monumentos, tradiciones, fiestas, huellas históricas...) privilegiadas. Para conseguirlo, la clave eran las infraestructuras. Si Cádiz era capaz de añadir a ese patrimonio capacidades hoteleras, gastronómicas, de transporte, limpieza, seguridad... Resultaría difícil no alcanzar un éxito notable. Esa cuestión, esa pregunta, aún está por resolver. Los expertos, los responsables y los ciudadanos habrán de responder de forma, más o menos, mayoritaria. Sin embargo, en las actuales circunstancias, en el año II de pandemia, en el mes décimo quinto del coronavirus, podemos encontrar una respuesta más sencilla y, quizás, pequeña. Cádiz ha aprovechado la oportunidad. La vigente. La actual. Ya veremos cómo responde a la siguiente, a las próximas. Pero, por ahora, la complicación o el temor de viajar a otros países ha provocado que el turismo nacional se eleve a proporciones desconocidas –no solo en España– y en esa situación la provincia ha salido muy bien parada. El prestigio acumulado durante años por sus playas, su cocina, su interior, su clima y su gente ha ofrecido un resultado inesperado en un momento sorprendente. El responsable de Turismo de Diputación, José María Román, puso cifras y formas ayer a ese éxito particular, en un momento de grandes desgracias e incertidumbres. Ya no solo son ciudades como Cádiz, Conil, Chiclana, Tarifa o todas las de costa. También el turismo rural está en plena ocupación, muy por encima del 90% que marca el triunfo en este mercado. Lo más llamativo es que funcionan todos los sectores de turismo, de todos los tipos y costes, siempre con protagonistas nacionales eso sí, con distintas preferencias y con un variado poder adquisitivo.

Este éxito, o alivio, temporal no debe suponer olvidar el objetivo final, convertido en tópico: buscar el turismo de calidad. Puede que nadie sepa bien qué significa eso, nadie sabe fijar los límites mínimos y máximos. No es exactamente lujo, ni tampoco ofrecer ‘encanto’ (lo que quiera que sea), ni masivo ni elitista, ni dañino hacia el entorno ni ahogado en normas. Habrá que seguir analizando y sacar las conclusiones de este extraño, peculiar y rebosante verano de 2021.

Artículo solo para registrados

Lee gratis el contenido completo

Regístrate

Ver comentarios