Inexplicable división sindical
El Primero de Mayo vuelve a llegar con las centrales divididas en distintas protestas cuando los objetivos debieran ser comunes
Es una reacción natural. Ante la crisis de un sector económico, de una industria, de una empresa, la mayor parte de la sociedad reacciona con solidaridad. Por supuesto. Nadie puede obviar que una sola persona pierda su trabajo. Los más sensatos saben que todas las ... piezas están encadenadas en nuestra sociedad. El cierre de una gran factoría, por ejemplo, daña al entorno comercial de miles de familias que dejan de ser consumidoras, al igual que esa planta causa un daño considerable a los que le abastecían de servicios y materiales. En casos concretos como el sector naval o el aeronáutico, el perjuicio a las empresas más pequeñas, auxiliares, es tan grave que el cierre provoca cuatro desempleados por cada persona que pierde su puesto en la compañía matriz.
Aunque vivimos tiempos muy difíciles –la crisis laboral no es patrimonio exclusivo de las empresas del metal por más que el caso de Airbus sirva para hacer bandera en toda la Bahía de Cádiz– son muchos los motivos para exigir atención al Gobierno. Especialmente en una comarca que, según la EPA conocida el pasado jueves, tiene en el desempleo al 27% de sus habitantes en edad y situación de trabajar. Casi uno de cada tres, terrorífico. Si se mira al colectivo más joven, los que no han cumplido los 30, esa cifra llega casi al 50%. Al igual que crece entre los que ya han superado el medio siglo de edad.
En este escenario, por tanto, volver a la idea inicial de la solidaridad es fundamental, esencial, ineludible. El 1 de Mayo fue tradicionalmente la ocasión para mostrar reivindicaciones que parecen más urgentes que nunca. Sin embargo, los sindicatos vuelven a salir a la calle divididos, en dos convocatorias distintas, como ha sucedido en los últimos años de forma inexplicable.
En pleno hundimiento de la economía por culpa de la parálisis pandémica, mirar por los intereses concretos de una central, de una asociación o colectivo provoca rechazo. Para ganar la guerra laboral y económica, para lograr la recuperación, primero hay que ganar la unidad sindical y de acción, recuperar la coherencia mediática y social. La pandemia y los efectos del coronavirus exigen, más que nunca, templanza y mesura, una actualización en objetivos y formas. Que los tiempos han cambiado y puede que para siempre.
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