La indignación de la clase media

Las protestas contra el Gobierno no son de ricos, son de asalariados y autónomos que ven una amenaza en la presión fiscal

La Voz de Cádiz

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El creciente malestar ciudadano , el movimiento de las cacerolas visible ya en puntos de la provincia de Cádiz y cuya extensión, origen y musculatura están aún por precisar, indica el estado de irritación en una parte de la sociedad. No parece realista ... especular con que su objetivo sea derribar al Gobierno. Más bien parece que esas concentraciones son la secuela de la angustia, el temor o la indignación de un segmento social muy crítico con la política gubernamental. Pero como es imposible recoger la leche derramada al menos parecen decididos a presionar para que Sánchez corrija el tiro. Digamos que son movilizaciones a título preventivo. Para frenar la tentación de Sánchez e Iglesias de lanzarse a una deriva fiscal expropiatoria y a una política de fuerte control social bajo el manto del «interés general». Patriotismo fiscal lo ha bautizado ya el vicepresidente en un eufemismo que pone los pelos de punta. Si ganan en el Consejo los Ministros con aspiraciones igualitarias y antiélites, el panorama después de la batalla puede ser un desastre para la iniciativa privada, el ahorro y el patrimonio. Y las reglas del libre mercado crujirán en sus cimientos. Se podría diagnosticar este descenso a la calle con cacerolas y banderas españolas como la derecha indignada. O, simplemente, gente indignada. En democracia todo el mundo tiene derecho a indignarse, irritarse o encolerizarse.

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