EL APUNTE
Un indicador turístico que da miedo
La caída de conexiones del aeropuerto de Jerez es la prueba de que la provincia está en un serio aprieto económico
Un partido que concluya 18 a 5 es una clara victoria o una apabullante derrota y una señal de alerta de que algo no funciona, de que hay que tomar medidas. Pues ésa es la diferencia entre las conexiones que tenía el pasado año el ... aeropuerto de Jerez y las que tendrá en esta temporada de invierno. En una dramática imagen, se pueden contar con los dedos de una mano los lugares a los que se puede viajar desde la terminal civil de la provincia de Cádiz, de los que sólo uno está fuera del territorio nacional. El aeropuerto de Jerez, una vez más, funciona como un buen termómetro de la situación turística de la provincia de Cádiz. Y, ciertamente, da vértigo.
Las limitaciones que han impuesto el gobierno y los demás estados a los viajes de pasajeros han sido un mazazo para las aerolíneas que tenían en Jerez su puerta de entrada o de salida. Especialmente significativa es la caída de las conexiones con Alemania, uno de los grandes motores de los vuelos internacionales de La Parra y que ha dejado aparcada la llegada de visitantes a los hoteles, campos de golf y restaurantes de la provincia de Cádiz. Éstos ya están sufriendo las consecuencias. Recuerden que en estos días publicábamos en LA VOZ que se habían cerrado 10.000 camas en este septiembre, un mes tradicionalmente bueno para el sector.
Las crisis de los últimos años han cercenado las esperanzas de crecimiento del aeropuerto de Jerez. Si a principios del presente siglo presentaba unos datos que llamaban a la esperanza, la caída de turistas del ominoso lustro de 2008-2012 le hizo de nuevo retroceder. Tras años de trabajos, en los que las administraciones públicas y compañías privadas han hecho un esfuerzo conjunto por potenciar esta puerta de entrada a la provincia, el inesperado coronavirus ha chafado la de nuevo prometedora progresión de la terminal.
Pasear estos días por los pasillos del aeropuerto de Jerez es descorazonador y preocupante. Cada turista menos (o cada trabajador que venía a hacer negocios, por supuesto) es una merma a una economía que se está removiendo hasta los cimientos por el terremoto del Covid-19. Si estos cimientos del turismo empiezan a perder firmeza, el resto del edificio económico se verá afectado. Urge por tanto ir pensando, como indicaba la delegada Ana Mestre ayer, en el día después del coronavirus para que la terminal jerezana recupere la actividad que le corresponde por derecho propio.