Una imagen segura vale más que mil palabras

El sector turístico no se ha recuperado como esperaba; los rebrotes y la sensación de poca seguridad son algunas de las causas

El sector turístico, incluso el de aventura, es definido por muchos expertos como el más conservador y timorato de los que componen el tejido económico. El turista se mueve por placer y, ante la más incipiente muestra de riesgo, se retrae y busca otro ... destino u opta por quedarse en su casa. Y los grandes perjudicados, no hace falta decirlo, son los hoteles, restaurantes, transportes y, en general, todo el colectivo que basa en la llega de los visitantes su actividad económica.

Los datos en la provincia de Cádiz son más que preocupantes. Cuando a principios de mayo ya se contemplaba la desescalada por fases y el arribo de una nueva normalidad, se esperaba alcanzar una ocupación de un 60% o de un 70%. La realidad está arrojando, según la patronal, cifras que rozan el 47%. Un desastre para un colectivo que tiene que recuperar además lo perdido durante las semanas de confinamiento.

Las imágenes que se han visto en las últimas semanas en Cádiz tampoco han ayudado. Pese a que Andalucía esta siendo un ejemplo en la contención de los rebrotes y la Junta está informando puntualmente de la situación en la que se encuentra la región en cada momento, escenas virales como las de la pasada semana en los aledaños del Carranza o la de decenas de bañistas a la puerta de la Caleta para tratar de entrar en la playa no ayudan a dibujar la imagen de Cádiz como un destino seguro. Los hosteleros, que se afanan en que se cumplan todas las normas de seguridad y que están optando por los sellos de calidad que garantizan los niveles de protección más altos, no pueden ser víctimas de la falta de previsión u organización que da lugar a situaciones como las relatadas.

Cuando toda esta situación se calme y el oportunismo no nuble las decisiones que haya que tomar, sería bueno recuperar el viejo y complejo debate de la excesiva dependencia de la provincia de Cádiz de un sector como el turístico que, ya lo hemos visto, se repliega ante la más mínima incertidumbre en el horizonte. Sin dejar de apoyar a este imprescindible motor económico, se hace más necesario que nunca el llevar a las altas administraciones la exigencia de planes de desarrollo industrial que eviten que, en el momento en que los turistas se queden en casa, sean nuestros trabajadores los que se vayan a la calle.

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