La hora de la unidad, no de protagonismos

Los trabajadores de Airbus ponen pie en pared ante los intentos de algunos políticos de capitalizar las protestas por el empleo

Las imágenes que suelen difundirse cuando hay una manifestación, en especial una laboral, es la de incidentes, posibles enfrentamientos con las fuerzas del orden y, en el caso de la vivida el miércoles en Puerto Real , incluso de barricadas y fuego. Sin ... embargo, el grueso de las plantillas afectadas por los procesos de regulación laboral, y en este caso la de Puerto Real no es, ni de lejos, una excepción, está compuesto por personas más que sensatas, que saben cómo ir manejando los tiempos y las acciones en el toma y daca de una negociación con un ser sin alma como es una empresa. Y, sobre todo, saben muy bien qué les conviene en su protesta y qué puede dificultarles sus objetivos.

En el caso de la provincia de Cádiz, saben que una de las cosas que menos les beneficiará es que su conflicto se convierta en un motivo más de enfrentamiento político, en una nueva arena donde tirarse los trastos a la cabeza y lucir el rostro con la idea de que la cara se la terminen partiendo a otros. Los trabajadores quieren un frente común en el que esté sentado el Gobierno de la nación (conformado por PSOE, Podemos), la Junta (de PP y Cs) y los ayuntamientos (en los que hay múltiples formaciones, desde los populares de El Puerto a la inclasificable coalición de Cádiz). Gestos como el del alcalde de Cádiz arrogándose el mentiroso mérito de ser el único regidor en la concentración (y que tantas burlas ha generado en redes sociales) no hace sino distraer la atención de lo verdaderamente importante.

Airbus es una multinacional privada en la que no valen los juegos políticos y la devolución de favores, como se ha visto en ocasiones pasadas con otras empresas industriales. Los números no le salen a la compañía y ha tomado una dolorosísima decisión cuyas víctimas son los empleados de la factoría. No es el momento de reproches, sino la hora de buscar soluciones integradoras y que permitan que el empleo salga lo menos perjudicado posible. Por supuesto que habrá que exigirles, como a todas las empresas, que den cuenta hasta del último céntimo que se les ha dado en ayudas y que expliquen en qué se ha invertido y por qué no han sido capaces de hacer rentable la planta gaditana. Pero emplear todo este barullo para arrimar el ascua al interés partidista es una traición que nuestros trabajadores no merecen.

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