La hora de la solidaridad

Cádiz debe asistir a enfermos de zonas más saturadas, como todos los territorios están obligados ahora a auxiliar a otras personas

La situación más complicada que ha vivido la sociedad española –como la europea y la de medio hemisferio Norte– tiene como ventaja la de quitar caretas y eliminar excusas estúpidas. Es uno de los tópicos que tan rápidamente se han extendido en esta época tan ... difícil, que hasta modifica la percepción del tiempo. Otro de los nuevos lugares comunes dice que la crisis sanitaria y económica que ha caído a plomo sobre medio planeta saca lo mejor, y lo peor, del ser humano. Entre lo primero, está la solidaridad. La de los individuos –con las excepciones inevitables– está quedando probada. La de sectores profesionales y colectivos de voluntarios, también. Falta por conocer y aplicar la de las instituciones, la de los territorios que articulan.

Tras la vergonzosa petición holandesa, y alemana, ante la UE que solicitó investigar para saber por qué Italia y España no tenían fondos suficientes para afrontar este terremoto en forma de virus, antes de negociar cualquier ayuda (fondos extraordinarios, bonos comunitarios...), sólo se ha producido un gesto de grandeza, ajena a fronteras, ideologías, banderas, razas y religiones. También –porque es época de contrastes– ha surgido en Alemania. Un gran hospital de campaña acoge, hace días, a enfermos graves que no tienen sitio en las UCI del norte de Italia y Francia. La provincia de Cádiz –o la de Huelva, entre otras– tiene ahora la oportunidad de compartir esta grandeza y recibir por tren a pacientes de zonas saturadas, como Madrid o Barcelona . O de dónde sean, al margen de su edad, situación y origen. La solidaridad, la humanidad, era eso y lo será siempre. Auxiliar al que lo necesita sin preguntar de dónde viene, ni qué cree o defiende. El objetivo es salvar vidas, cuantas más, sin requisitos previos . Es la grandeza que reúne a todas las religiones, a todas las concepciones de la ética. Es el humanismo.

El 28 de marzo, Jacques Delors, presidente de la Comisión Europea entre 1895 y 1995, una de las personalidades más brillantes del proceso de construcción continental, lanzó un angustiado llamamiento a la solidaridad entre los 27 con motivo de coronavirus. El texto fue posterior a ese desolador consejo europeo del jueves día 26, en que Holanda y Alemania reabrieron todas las heridas entre el Norte y el Sur. Ahora, Cádiz, a su pequeña escala, dentro de sus posibilidades, tiene la opción de ofrecer sus habitaciones, aún sin la dramática saturación de otras zonas, a los que las necesitan para sobrevivir. Ojalá se haga sin la menor reticencia para confirmar que es verdad, que todo este horror saca lo mejor de lo nosotros.

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