De héroe a cabeza de turco
Los sanitarios, tras una tregua, vuelven a pagar injustamente la tensión que causan las limitaciones del sistema sanitario
Era un fenómeno alarmante, injusto pero frecuente hasta que llegó la alerta sanitaria que arrasa con todo desde el pasado invierno. Tras una pausa de reconocimiento, de aplausos a las ocho y exaltación de su heroísmo, parece que la situación reaparece, con el dolor añadido ... de estar precedida por un gran sacrificio de varios colectivos (médicos, enfermería, farmacias...) que han puesto en peligro su vida por tratar de proteger la de los demás. Las agresiones a personal sanitario de los centros de salud y hospitales de la provincia han reaparecido en forma de insultos por una atención que se retrasa e, incluso, de pedrada a un médico que volvía de cubrir un servicio en la calle, en Rota.
Ese galeno agredido representa a esa infantería de enfermeras, funcionarios, conductores, médicos y demás trabajadores de la salud que se enfrentaban a las agresiones físicas de los usuarios demasiado a menudo y, tras una breve tregua de comprensión y apoyo, parecen ser diana de nuevo de la frustración que provoca el temor a la enfermedad o las limitaciones de un sistema desbordado en algunos momentos y en algunas de sus áreas. Es asombroso que personas cuyo trabajo consiste en asistir, en ayudar y socorrer, cuando no en consolar y animar, en mitad del movimiento sísmico sanitario y social más grave que hemos conocido reciban golpes y amenazas de algunos de los destinatarios de esa humana colaboración o de sus vecinos. La proclamación de uno de ellos como Rey Mago en Cádiz, los premios y placas, los aplausos desde ventanas y balcones, las concentraciones de repulsa y rechazo sirven de poco si no son correspondidas con solidaridad diaria, con empatía en sus puestos de trabajo, llenos de colas, tensión y dolor por la situación sanitaria que sufrimos todos. Ellos y sus familias, también. Que reaparezcan exabruptos y golpes viene a ser un síntoma, una alerta, de otra dolencia preocupante como el Covid-19. Tiene varias ramas, probablemente, y todas necesitan de tratamiento inmediato.
No hay justificación en las esperas, telefónicas o en cola, ni en la saturación de muchos servicios de urgencias, hospitales, ambulancias y ambulatorios. Pagar con esos profesionales una situación que ellos sufren en primer término desvela una crisis de educación y convivencia que vivimos todos al margen de edades, orígenes y estratos sociales. Y creíamos que íbamos a salir mejores de todo esto.
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