La guía de la negociación sevillana

Los trabajadores del Metal de Sevilla han alcanzado un acuerdo con la patronal sin necesidad de recurrir a la violencia y logrando mejoras para el sector

Durante los cerca de diez días de la huelga del sector del Metal en Cádiz, se ha repetido de manera insistente el argumento de que sólo con violencia se producen las mejoras sociales. Se han esgrimido argumentos de lo más peregrinos, desde la revolución francesa ... hasta mayo del 68, siempre buscando un discurso ventajista en el que unos desórdenes hubieran venido acompañados de un cambio a mejor para toda la sociedad. Quien estas simplezas dice suele olvidar que el caso más flagrante de revolución violenta es el golpe de estado, que sólo trae bien para unos pocos. Los procesos negociados, el acercamiento entre ambas partes, el no buscar rehenes a cualquier precio permite asfaltar caminos más transitables que el neandertal lanzamiento de piedras.

En la negociación del nuevo convenio del Metal, Sevilla ha demostrado que se pueden alcanzar acuerdos sin tensar la cuerda hasta el límite, sin provocar disturbios y sin crear, incluso, un probelam de seguridad ciudadana. Frente a los discursos mayúsculos y a las exhibiciones de testosterona, los trabajadores del metal de Sevilla han optado por discutir en la mesa de negociación, por tratar de acercar posturas y por mantener un perfil bajo. Es difícil pensar que un trabajador del metal de una provincia limítrofe con la nuestra tenga unas necesidades y una realidad tan distinta a la de los gaditanos. Y, sin embargo, la manera de conseguir las cosas ha sido radicalmente opuesta.

Los trabajadores gaditanos tienen ahora que refrendar el acuerdo al que han llegado sus centrales tras una batalla que, siendo sinceros, no ha tenido ganadores. Los operarios han perdido nueve días de sueldo y las empresas han visto cómo la actividad se ralentizaba o se paraba directamente durante estos días. Pero lo peor ha sido la imagen de conflictividad que se ha dado al resto de la sociedad, el mensaje de que ante una negociación que se prolonga no se duda en empuñar el tirachinas y en encender la barricada. En Sevilla, con los mismos sindicatos, el ejemplo ha sido diametralmente opuesto. Habrá que estar tentos a qué ocurre en los próximos años y adónde acuden las empresas del sector que quieran montar un negocio sin revoluciones en cada negociación.

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