EL APUNTE
La gripe en plena pandemia
La vacunación y las medidas preventivas individuales son innegociables en la campaña más preocupante que se haya conocido
Por más que cueste admitirlo, estamos ante el invierno más inquietante de nuestras vidas . Nada es igual en este tiempo de crisis global, de pandemia y temor universal a un contagio nuevo que se añade a todas las enfermedades conocidas y existentes. La ... Navidad siempre es una etapa clave a varios niveles: comercial, económica, social, familiar... Y también en lo sanitario. Habitualmente, se supone que en esta parte del mundo es la temporada de la gripe en la sanidad pública andaluza. Con distintos grados de gravedad y extensión, según la variante de cada año, la epidemia gripal sobreviene cada final de año y este terrible 2020 no puede coger a nadie con el pie cambiado. Las urgencias, en esa etapa, habitualmente, no daban abasto y los centros de salud estaban atestados de enfermos con largas colas para visitar a su médico de cabecera. Entre diciembre y febrero se producía el llamado «pico de la campaña» y, sencillamente, este año no nos lo podemos permitir. Esa situación se sumaría a la provocada por el coronavirus y estamos obligados, más que nunca, a prevenir. Cada uno en su escala. Desde los ciudadanos, con las medidas individuales que se han revelado muy útiles en el hemisferio Sur, donde la campaña de gripe ha sido la más suave en muchos años. El uso de mascarillas, la distancia social y el lavado de manos están detrás de esta bajada según los expertos y el sentido común.
También las administraciones están obligadas a poner a disposición de la ciudadanía dosis de vacunas suficientes porque este año es más importante que nunca . Habitualmente, la adquisición de las vacunas ha supuesto en Andalucía una inversión superior a los cuatro millones de euros anuales, sin embargo, este invierno venidero será necesario un esfuerzo mayor para evitar el caos en los centros de salud y en las urgencias. Además, debe realizarse en paralelo a la lucha titánica contra el coronavirus. Es un reto gigantesco y, sin embargo, ineludible. No hay opción porque está en juego la vida de muchos ciudadanos, de los más vulnerables en el caso de los ancianos y de todos los demás porque está por conocerse la gravedad de los casos en los que coincidan ambas enfermedades en personas más jóvenes, sin enfermedades previas.
Por lo tanto, no hay excusas, ni en lo individual ni en lo colectivo . No valen cansancios ni tristezas ni creencias particulares. A vacunarse, a protegerse, a resistir y a esperar. Ojalá no haya que lamentar una segunda primavera perdida.
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