La gran contradicción
El plan de desescalada del Gobierno está lleno de defectos pero tiene pocas alternativas reales
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Un sector de la oposición mantiene públicamente la tesis de que el plan de desescalada que ha publicado el Ejecutivo y que ahora hay que desarrollar estableciendo los marcadores que permitan evaluar el progreso del desconfinamiento es un disparate. Los argumentos que se ... exhiben para llegar a tal conclusión parecen convincentes. Hay, por ejemplo, quien dice que es absurdo imaginar que los negocios de restauración que hayan de reducir el aforo a un 30% del habitual y que además tengan que invertir algunos recursos en modificar la infraestructura pueden soportar esta carga y mantenerse abiertos. No faltan quienes aseguran que las limitaciones a la movilidad -que se han establecido y que no cesarán hasta que se alcance la « nueva normalidad »- al final del proceso frustrarán la revitalización del turismo interior, que es el único que puede experimentar cierta recuperación, después del colapso del turismo internacional, que proporciona el 70% del negocio. Diversas voces aseguran que numerosas industrias culturales, como las asociadas al cine o al teatro, no son viables si tienen que limitar también el aforo de forma que se pueda mantener la distancia social entre los espectadores. Y analistas acreditados reconocen que no volverá a ser lo que era la industria del automóvil si se mantienen tanto tiempo límites a la movilidad e incluso se establecen fórmulas de teletrabajo que van en contra el hábito de vivir lejos de la fábrica o el despacho.
Todos estos objetores, que califican genéricamente de «disparate» el boceto de plan de desconfinamiento del Gobierno atinan en sus críticas . Pero no por ello se les puede dar la razón, porque la cruda realidad es que nos encontramos ante un dilema insoluble: puesto que seguimos sin tener un remedio contra el coronavirus –una vacuna o un antivirus eficaz–, no es posible restablecer las actividades anteriores a la pandemia en el comercio, la restauración, la hostelería, los espectáculos y en innumerables actividades más guardando al mismo tiempo las precauciones sanitarias que impidan el contagio interpersonal y por tanto la extensión de la pandemia. Dicho de otro modo, numerosos problemas consisten en la existencia de una contradicción insoluble entre el retorno a la normalidad y la prevención sanitaria. Los sectores empresariales afectados por esta insoluble contradicción se quejan del Gobierno, que no ha negociado con ellos y que tampoco ha tenido a bien negociar con sus adversarios políticos para buscar una zona de consenso.