El gobierno del pueblo que señala a sus vecinos
La actitud de Cazalilla acusando a los gaditanos de que no se instale la carpa es el último de los despropósitos de este Gobierno

Una de las razones que siempre se esgrimen para el estudio de la historia es evitar que ésta, en sus momentos más aciagos, vuelva a ocurrir. Y es que ya conocen el dicho, «la historia no se repite, pero rima». En este aspecto, Kichi, que ... es precisamente profesor de Geografía e Historia, debería estar más avisado que nadie de que, por lo general, quienes agarran una bandera política, con el paso del tiempo, acaban quitándole la enseña y pegando con el palo.
Así fue en la revolución francesa. Los mismos que prometieron cambiarlo todo para que el pueblo tomara el poder, acabaron enfrentados a él, aterrorizándolo y culpándolo de todos los desmanes del país. En el Ayuntamiento de Cádiz, gracias a Dios, no ha podido repetirse esta situación de miedo y guillotina porque no tienen tanto poder (acuérdense de Kichi queriendo mandar al exilio a los que no estuvieran de acuerdo con él) pero ha rimado. Los mismos que decían representar el interés de los ciudadanos, de los donnadies, han terminado por culpar a los vecinos de sus errores. Lo sucedido con la carpa del Carnaval es muy significativo del estado de insania en el que se gobiernan la ciudad.
Y es que uno puede entender el encabezonamiento del Ayuntamiento de Cádiz en conservar una instalación tan cuestionada como ésta. Incluso puede asumir que se mantengan en sus trece de que se quede tan cerca de la viviendas de cientos de gaditanos. Pero lo que no se puede tolerar de ninguna manera es que se criminalice a los vecinos por quejarse de una situación que creen injusta. Lo que es contrario a democracia es que se les ataque, además, por recurrir a los medios de comunicación (siempre con la inferioridad que tienen respecto a la administración) para dar a conocer el daño que se les está haciendo.
Cuando Podemos llegó al poder en la capital, decía que venía a quitar a los privilegios a los gaditanos de los barrios más ricos. Siete años después, sus herederos –con las siglas y contubernios que vayan– no han dudado en señalar y atacar a los propios vecinos de Santa María para esconder su incompetencia en la gestión de la ciudad. Queda por ver, tras esta revolución gaditana, quien, ante la cita con las urnas, perderá la cabeza.