EL APUNTE

La fundación de la mujer como arma arrojadiza

La decisión judicial que obliga a readmitir al exgerente tras una purga política es el último episodio en una retahíla de tristes ejemplos de manipulación

La Voz de Cádiz

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Si hay un departamento municipal que ejemplifica el sectarismo y el resentimiento ideológico del equipo de Gobierno de la ciudad de Cádiz es la Fundación Municipal de la Mujer. Fue así desde el primer día, allá por 2015, hasta anteayer, ya en una nueva década ... y un mundo distinto tras la pandemia. Da igual. Para los que anteponen sus fobias y complejos a la gestión y el servicio público apenas hay cambios ni etapas, no caben flexibilidad ni rectificaciones. Lo más doloroso es que esta forma de actuar se produzca en una fundación así, en una herramienta institucional llamada a servir a uno de los sectores con más necesidades de la población (como dicen todas las estadísticas judiciales, económicas y sanitarias) que es el de las mujeres. No importa todo lo que falta por hacer para ayudar a un colectivo que es la mitad de la población, nada menos. Todo es secundario porque parece abonada a la polémica permanente. La Fundación de la Mujer del Ayuntamiento de Cádiz sólo ha tenido resonancia en los últimos seis años por circunstancias, cuando no anécdotas, ajenas a las numerosas y graves necesidades del colectivo al que debe representar y auxiliar. El último es el mandato judicial para readmitir a un exgerente que fue apartado de su cargo por criterios políticos, ajustes de cuentas partidistas e, incluso, por una cuestión de género. Todo ello pese a que fue democráticamente elegido y a que reunía todos los requisitos para el cargo. No era de ‘los nuestros’ según los que mandan en el Ayuntamiento y eso basta para convertirlo en enemigo, en alguien a quien apartar de sus funciones. La hemeroteca dice que no cabe sorpresa. La Fundación de la Mujer siempre ha estado marcada en Cádiz por ese tipo de actitudes. Antes, el ruido llegó por circunstancias igualmente ajenas a su finalidad teórica y práctica: unos cursos para mujeres desfavorecidas que incluían técnicas sexuales que no parecían ajustadas a la búsqueda de empleo; la eliminación del busto de una feminista histórica por ser considerada franquista o un bienio de ausencia de esa figura del gerente que ahora debe ser repuesta por decisión judicial tras una purga política. Nada de la utilidad pública que se le supone, de su importante misión de apoyo a las mujeres, siempre marginadas en todos los colectivos y en todos los tiempos.

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