Frenar esto también depende de ti

Con los demoledores datos en la conciencia, queda aferrarse al verbo ‘resistir’, con la certeza de que estas medidas drásticas son la solución para frenar la pandemia

Día duro. Sábado oscuro en la provincia de Cádiz. Uno de los principales temores se confirmaba a media mañana y el enemigo invisible tomaba cuerpo en la residencia de ancianos de Alcalá del Valle . Una veintena de trabajadores contagiados, un fallecido ... en estas instalaciones y la intervención de las Fuerzas Armadas en el peor escenario posible, en el lugar donde duermen los más vulnerables de la sociedad. El coronavirus mantiene su crecimiento incesante, demoledor en Madrid y los diferentes focos del país, con menor virulencia en Andalucía y aún menos en Cádiz . No son datos consoladores, ni por empatía y solidaridad con el resto, ni porque aún el ritmo es ascendente y no se atisba ese pico que ha de marcar la ralentización del desarrollo vírico.

Con los datos en la mano es prácticamente imposible mandar mensajes de esperanza. Ante la ausencia de test y la mínima capacidad para realizar pruebas que confirmen los positivos, la única cifra real es la de los muertos que crecen cada día, con el espejo tétrico de la vecina Italia.

Son tiempos desesperantes en los que sólo hay que aferrarse a este verbo: resistir. Desde China nos aseguran que estas medidas restrictivas, este recorte de libertades y derechos fundamentales en un Estado de Derecho, darán sus frutos con total seguridad. Aislamiento, confinamiento absoluto, cuarentena real, precaución y cautela. Los políticos, amparados por la sabiduría de los expertos, son los encargados de tomar decisiones mientras los profesionales sanitarios multiplican esfuerzos y asumen riesgos para frenar esta pandemia. Numerosos trabajadores luchan día a día con el miedo latente por el virus para mantener el sistema de bienestar. Y el ciudadano corriente con el solo hecho de quedarse en casa ya forma parte de este ejército de contingencia. Cada uno debe cumplir con su parte. Se cambió el estado de derecho por el de los deberes, el de las responsabilidades. Todos, absolutamente todos, tienen la suya.

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