La fractura es radical
El episodio en la Diputación confirma que la etapa de las confluencias de izquierdas ha terminado, y no solo en el Parlamento de Andalucía
Los artefactos políticos basados en el oportunismo tienen el inconveniente máximo, entre otros, de ser efímeros. Por su propia definición, una vez pasada la oportunidad que les dio impulso, su sentido desaparece en buena parte. Y sus apoyos. En el caso del ovillo político ... llamado Podemos, Ganemos, Adelante, mareas o confluencias la semilla fue el 15M . Aquella romántica revolución cívica y pacífica, transversal, venía a ser una explosión de hartazgo de una parte de la ciudadanía ante la crisis brutal provocada por los abusos de un sistema económico avaricioso, cruel, inhumano, que castigó a millones de ciudadanos y a familias con pocos recursos como consecuencia de sucias maniobras financieras. Era fácil empatizar con cada víctima de cada caso, sin entrar a valorar las circunstancias. Era fácil sentir solidaridad hacia los que acampaban y sus seres queridos, atrapados por una quiebra personal como pocas puedan sufrirse: la desesperanza. Ya fuera entre los más jóvenes o entre los ya mayores.
Pero de aquella crisis hace tanto que ahora estamos en otra peor y aquella indignación y sus indignados han comprobado que a esos portavoces que se erigieron en representantes –aquellos de Podemos, Ganemos, Adelante, mareas...– se les ha puesto la misma cara de los indignadores de hace una década. De las acampadas y las sentadas antidesahucios se ha pasado a la casa de campo y a sentarse en los parlamentos, las comisiones y los consejos. De preocuparse por "la gente" a vivir centrados en los asuntos internos de partidos, listas y coaliciones. La prueba es la trifulca interna que mantienen los políticos herederos de aquellos, con la Izquierda Unida que fagocitaron, tanto en el Parlamento de Andalucía como, ahora, en la Diputación de Cádiz . Desde las acusaciones cruzadas de transfugismo hasta peleas en público por la asignación económica o las imputaciones mutuas de traición forman parte del sainete que es una despedida, un adiós. El episodio de ayer, con un diputado provincial y alcalde de IU rompiendo la disciplina de voto (el grupo Adelante se abstuvo y él votó a favor), es el el último gesto, la última prueba. El único factor que les unía es el rencor hacia cualquier viso de política democrática, conservadora o liberal (el nombre del partido del alcalde de Cádiz lo dice todo) y los proyectos basados en el odio nunca suelen tener una trayectoria larga ni fértil. La próxima incógnita es si la guerra civil (término que tanto les gusta) IU-Anticapitalistas llega al Ayuntamiento de Cádiz antes de las elecciones locales de 2023.