OPINIÓN

La fijación del sectarismo

La obsesión del alcalde por quitar históricos nombres de recintos y vías muestra su afán por la polémica y su aversión a la gestión

Rótulo de la avenida Juan Carlos I de la capital gaditana. Antonio Vázquez

Es una evidencia que el Gobierno municipal de Cádiz tiene una obsesión, con fondo propagandístico y sectario , con los gestos vacíos, con las medidas que no suponen nada para los ciudadanos en su vida cotidiana pero hacen mucho ruido para que los partidarios ... se vean reconfortados y los oponentes se puedan considerar agraviados.

Desde el principio de los dos mandatos del alcalde, allá por el verano de 2015, fue un vicio político manifiesto. La eliminación del busto de Mercedes Formica , considerada obsesivamente como franquista por la grey de Adelante-Podemos, fue el inicio. La jurista y escritora está considerada como una de las máximas luchadoras por los derechos de la mujer en el siglo XX en España, en una etapa comprometida, además. Pero eso da igual. Se ponen las etiquetas y se forma ruido inútil.

Esta misma tendencia futil y absurda se trasladó luego al callejero, al nomenclátor. El primer precedente fue el cambio de nombre de la avenida Ramón de Carranza por el de 4 de diciembre de 1977. Aunque todo el mundo en la capital gaditana siga llamando a la vía como antes: Canalejas.

Más tarde, la persecución ideológica llegó al legado de uno de los mayores literatos que haya nacido en la provincia, José María Pemán . Fue, además, uno de los más activos actores de la reconciliación entre las dos españas en los últimos años de dictadura. La eliminación de su busto , una gran «equivocación» en palabras de su hijo, fue el prólogo de la clandestina retirada de su nombre del teatro (abandonado y sin fecha de reinauguración, eso sí) del parque Genovés.

También le llegó el turno al estadio Ramón de Carranza , un recinto –como lo fuera el trofeo veraniego– conocido por ese apellido en el mundo entero. Un paripé de participación ciudadana buscará nuevo nombre contra el sentimiento mayoritario de la afición y del club. Pero el objetivo es hacer ruido. La fijación del alcalde y sus seguidores alcanza ahora al nombre de la avenida Juan Carlos I sin tener esta vez ni la excusa de la Ley de Memoria Democrática.

La política de impulsos tiene este riesgo. Se realiza con una presunta base historicista, cimentada por prejuicios, mitología o rencores antiguos. Con un alto riesgo de caer en el ridículo. El Ayuntamiento de Cádiz durante más de un lustro ya ha dado muestras de este peligro que ahora contamina el nomenclátor . Basa su inexistente gestión en una serie de símbolos, poses y gestos que suponen bronca sin más. Todo nombres, de calles, parques o estadios, todo palabras. Ningún hecho.

Artículo solo para registrados

Lee gratis el contenido completo

Regístrate

Ver comentarios