La falta de límites del alcalde
Kichi, en el mismo día, ha demostrado no sólo que carece de las mínimas nociones de saber estar, sino que no conoce siquiera dónde acaba la ciudad que gobierna
El alcalde de Cádiz, José María González, tiene un problema con los límites . De toda clase. Si hace un mes lo tuvo con el límite de personas que podían sentarse alrededor de una mesa en un bar, ayer lo sufrió con los límites ... de su compromiso institucional y con los de la propia ciudad que gobierna desde hace seis años. En el mismo día no sólo dejó patente que carece de las más mínimas nociones de compromiso institucional sino que, además, desconoce algo tan elemental como el único límite, sin contar el propio mar, que tiene Cádiz con el resto del mundo.
La ausencia del alcalde a la visita de Su Majestad el rey al Instituto Hidrográfico fue una falta de respeto completa. No sólo a la institución monárquica, sino a la Armada y a la ciudad de Cádiz, que quedó huérfana de representación oficial en un acto de primera magnitud como es la presencia de su jefe de Estado. ¿Acaso realizaría el mismo desplante si quien que llegara a Cádiz fuese la máxima autoridad de otro Estado? Kichi representa, como nadie, ese sentimiento que lleva hasta el ridículo el rechazo a todo lo que suene a España. Porque la historia y la política han demostrado que se pude ser republicano sin perder ni la educación ni la lealtad institucional. Una vez más, Kichi se olvida de que es alcalde de todos, sean monárquicos, republicanos, de izquierdas, de derechas o de Holanda y antepone su agenda ideológica a sus obligaciones como regidor.
Caso aparte ha sido su patinazo a la hora de saber que Cádiz se extiende hasta el antiguo molino de mareas, un conocimiento que atesoran los gaditanos desde niños. Su ignorancia, como en tantas otras ocasiones, no ha sido óbice para que, aprovechando que el Arillo pasa por La Isla, atacara al Partido Popular por su «ocurrencia» de mantener iluminada esa zona de la carretera. ¿Se imaginan ustedes cómo hubieran reaccionado él y su bancada si tal error lo hubiera cometido una santanderina como Teófila Martínez? Al final parece que esa gaditanía exquisita de la que se jactan se queda en un repertorio de Carnaval y en las redes sociales. A la hora de demostrar con la pala, y no con el pico, las ganas y el talento para trabajar por la ciudad, se le ven todas las costuras y todos los límites.