Esperanza en días oscuros
El anuncio de la implantación de dos empresas en la Bahía sirve para recordar el enorme potencial estratégico que Cádiz conservará cuando la pandemia sea historia
Es indiscutible que la sociedad gaditana (como la de cualquier zona de medio mundo) vive la peor etapa en mucho tiempo. Una pandemia planetaria como no se había conocido en un siglo ha provocado la mayor parálisis económica, industrial y laboral que han vivido todas ... las generaciones que no han conocido guerras. Negarlo es una imprudencia. Pero tampoco tiene sentido olvidar que, por muy dura que sea esta fase iniciada en invierno de 2020, pasará, terminará. Acabará. Posiblemente de forma paulatina y demasiado tarde. Se habrá cobrado demasiadas vidas y demasiadas formas de ganarse la vida pero acabará. Y una de las responsabilidades de todas las instituciones públicas y privadas, casi de todos los ciudadanos, es estar preparados para afrontar la recuperación de la mejor forma posible, con imprescindibles energías e ideas renovadas. Por difícil que resulte ahora pensarlo, será necesario porque es inherente a la humanidad. Para cuando llegue ese momento de levantarse, de reducir vetos, limitaciones, distancias, confinamientos, perímetros y miedos, conviene conocer las capacidades y las fortalezas propias. Una de las mayores de la Bahía de Cádiz, de la provincia, es su ubicación estratégica. Esta tierra, ligada al Estrecho de Gibraltar, forma parte de las grandes autopistas mundiales, ahora paralizadas.
Es un emplazamiento clave del transporte marítimo de mercancías, sobre todo. Por vía aérea, igualmente, está situada también entre dos continentes, entre mares u océanos, en el paso de todas las rutas. Así ha sido históricamente. Así es. Así será cuando pase esta maldita etapa de enfermedad colectiva. De lo que se trata es que el comercio de América que viene a Europa, o viceversa, el que va del Viejo Continente hasta África, el que cruce del Atlántico al Mediterráneo, deje aquí su poso de riqueza, esa que se deriva de todo tránsito. La provincia tiene mucho que decir como enclave logístico e industrial y ahora, en los peores días, aparecen los mejores momentos de recordarlo. El anuncio de la planta de Amazon en El Puerto o la de Mare en la Zona Franca de Cádiz es sólo una pequeña muestra (aunque con más de 300 empleos directos y 500 indirectos) de lo que puede llegar a recibir esta tierra ubicada en mitad de todos los caminos y todas las rutas. Es cuestión de no olvidarlo, de creérselo. Incluso ahora. Porque, como decía la fábula, «esto también pasará». Y conviene estar preparados cuanto antes.