El equilibrio parlamentario
España vive uno de sus momentos más críticos con un reparto de fuerzas tan delicado como comprometido
Los equilibrios políticos que promovieron primero la moción de censura de hace dos años contra Mariano Rajoy (mayo-junio de 2018) y que provocaron las Elecciones Generales de abril y noviembre de 2019, así como la investidura de Pedro Sánchez basada en la coalición PSOE- ... UP en enero de 2020, eran claramente inestables, sobre todo por la volubilidad de Ciudadanos, el partido bisagra que, tras abrirse un gran espacio en abril de 2019, fue arrastrado al abismo por su presidente, Albert Rivera, decidido a convertirse a cualquier precio en el líder del centro-derecha. Aquella ingobernabilidad obligó a convocar nuevas elecciones y Ciudadanos pasó de 57 diputados a 10.
Sánchez consiguió su segunda investidura en enero pasado con 167 votos favorables y la abstención indispensable de ERC. Lo que significa que su estabilidad actual es muy precaria, y ya han comenzado a producirse deslizamientos. Los votos de ERC nunca serán seguros para el PSOE mientras el nacionalismo catalán siga dando su absurda batalla soberanista en dos frentes, el conservador y el progresista, que compiten entre sí. Los apoyos del PNV, también un partido soberanista en esencia pero más centrado, solvente y realista están más a mano pero siempre dependerán del interés electoral de los nacionalistas vascos . El problema real está en el respaldo recibido, siquiera de forma somera, por los republicanos e independentistas que siempre se verán abocados a elegir entre la ideología de sus bases y la conveniencia de templar los ánimos en la faceta institucional. Un equilibrio imposible que siempre caerá de parte de la ruptura del Estado, para intentar crear uno nuevo e inventado, que está en sus orígenes.
Y ya ha comenzado a atisbarse algún movimiento en Ciudadanos , cuya nueva dirección, aunque continuista en teoría, no puede dejar de rectificar los errores que a punto han estado de acabar con la supervivencia del partido. El Cs de Arrimadas ha de sentirse profundamente incómodo al gestionar sus pactos con el PP y con Vox . Sus votantes han mostrado repetidamente que no le gustan los extremismos y no sería extraño que fuera desmarcándose de la fotografía de la madrileña plaza de Colón para dejar de sentir el venenoso resuello de la extrema derecha en el cogote.