Un equilibrio imprescindible
El ocio nocturno debe ir acompañado de unas medidas de precaución que eviten que lo que hoy es fiesta se convierta mañana en un valle de lágrimas y lamentos
Para poder avanzar hay que tener varias circunstancias presentes. Una es donde estamos, la otra, hacia dónde queremos ir y la tercera, de qué medios disponemos. Incluso podríamos añadir una cuarta: qué sacrificios o esfuerzos estamos dispuestos a arrostrar. En el avance de la crisis ... del coronavirus hacia su solución, si no final, si tolerable, tenemos que hacernos el mismo planteamiento, sobre todo cuando hay que conjugar en la ecuación la salud pública con la supervivencia del tejido turístico y de ocio de nuestra provincia. Y, por qué no decirlo pues resulta igual de importante, con la necesidad de esparcimiento que tiene la población, en especial, los más jóvenes, a los que el virus está hurtando algunos de los mejores meses de sus vidas.
Hay que saber dónde estamos. En mitad de una pandemia que se ha cobrado más de 1.500 muertos en la provincia de Cádiz y cuyo número de infectados se acerca lentamente a los 100.000. Y con unas cifras de contagios que superan los 500 casos desde hace una semana. También hay que saber que tenemos a cerca de 800.000 personas vacunadas con al menos una dosis y que nuestros mayores están vacunados y la presión hospitalaria, contenida.
Hay que saber a dónde queremos ir. A un escenario en el que se nos considere un destino turístico seguro y en donde las limitaciones del ocio y del comercio no se lo pongan aún más difícil a los comerciantes de nuestra provincia. Se lo debemos después de tantos sacrificios.
Es por eso que parece claro cuáles son los sacrificios que hay que hacer y los instrumentos que hay que emplear para bajar, de nuevo, la tasa de incidencia: prudencia, sentido común y, sobre todo, sentido de la responsabilidad. Las fiestas descontroladas, los botellones y el olvido de las medidas de seguridad son el camino más corto para volver a la casilla de salida, a desandar lo recorrido. A hacer que el plan de recuperación termine siendo un rotundo fracaso por las prisas y la irresponsabilidad de unos pocos.