La epidemia de la inhumanidad

La tragedia cotidiana de la inmigración ilegal mantiene su crudeza cada mes de cada año, de forma paralela a las preocupaciones de la sociedad que la contempla y acoge con impotencia

La situación social y sanitaria que ha irrumpido en la vida de todos en este agonizante, por fin, 2020 hace muy difícil afrontar otros dramas con los que convivimos a diario. Pero basta pararse unos segundos para recordar que son muchos, graves y, en algunos ... casos, antiguos. Uno de los que vive España, Europa, es muy familiar para los residentes en esta provincia por cuestiones geográficas. Los gaditanos hace años que viven en primera línea de una batalla social crudelísima, interminable. Con pandemia y antes de que apareciera, hace mucho que ven llegar la desesperación a sus orillas y sus puertos, incluso en las playas se mezcla el disfrute de unos con la desgracia de otros. Ese fenómeno está tristemente generalizado en otras costas, en Canarias ha sido evidente en este otoño recién terminado, en Grecia, antes en Italia, y la alarma se queda encendida durante semanas, meses. Luego vuelve a desaparecer hasta la próxima crisis.

La intercepción de inmigrantes ilegales en aguas del Estrecho, en las célebres pateras, ocultos en camiones o coches, hasta en timones de barcos, en lanchas hinchables de juguete, a nado, hace más de dos décadas que ofrece un trágico recuento anual, con subidas y bajadas cíclicas, cuando los que se juegan la vida se animan con la teórica e incierta bonanza climática. Después de unos años –hasta 2015–en los que se habló de un incremento de hasta el 300% (con la célebre avalancha en Tarifa o la crisis de los cayucos canaria), los expertos, las asociaciones y los profesionales dicen que las vías del Estrecho (con el añadido del Mar de Alborán) y de Canarias vuelven a ganar protagonismo. Al parecer, las mafias consideran ahora demasiado vigiladas, «quemadas», muy arriesgadas, difíciles y caras, las de Grecia e Italia. Para entender la realidad y comprender que la pandemia no modifica este drama humano, el balance de 2020 dice que más de 1.865 personas han intentando entrar en territorio español por el Estrecho hacia las costas de la provincia en un total de 188 pateras, según los datos facilitados por la Subdelegación del Gobierno. Septiembre fue el mes más duro, con 44 embarcaciones y 454 personas. Seguido de julio, con 369 personas en 34 embarcaciones, y agosto, con 289 personas y 40 embarcaciones. Cada cifra esconde una tragedia. Y queda claro que no sabe de enfermedades. Es un mal en sí misma.

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