El ejemplo de un hombre bueno y humilde
El Padre Gabriel Delgado nos deja el mejor legado posible: la demostración de que todos podemos hacer que nuestra sociedad sea cada día un poco mejor
Como suele decirse en estas luctuosas ocasiones, el mundo es un poco peor desde ayer. Suena a tópico, pero en este caso es una auténtica realidad. El fallecimiento del Padre Gabriel Delgado ha dejado a todos los gaditanos un poco huérfanos. El Padre Gabriel era ... desde hace muchísimos años un auténtico referente en la lucha contra las desigualdades, en la reivindicación de los derechos de los más desfavorecidos, muy especialmente de las personas inmigrantes, a las que brindaba todo su calor y su apoyo.
Desde muy joven su vocación le llevó a ir mucho más lejos de lo habitual, implicándose de forma extraordinaria no sólo en acciones meramente caritativas, sino mucho más profundas. Desde el Secretariado Diocesano de Migraciones, la Fundación Centro Tierra de Todos o la Asociación Cardijn, junto a muchos voluntarios más, daba asesoramiento sobre programas de acceso al empleo, apoyo jurídico, ayuda para encontrar vivienda, alimentos... todo lo que fuese necesario para dignificar la vida de los que más lo necesitaban. Y todo desde la mayor humildad, que sin duda era una de sus grandes características como ser humano.
En estos convulsos tiempos de continua división, de enfrentamientos personales por motivos políticos, de radicalización, el ejemplo del Padre Gabriel, debe servirnos para recordar que se pueden hacer muchas y grandes cosas desde el sacrificio, desde la bondad, desde el sentimiento cristiano, desde la fe y la esperanza en conseguir un mundo mejor. Desde luego él contribuyó, y mucho a hacer algo más amable, más acogedora, a la provincia de Cádiz. De ahí que en vida fueran muchísimas las personas e instituciones que supieron reconocer su gran labor, con galardones como la Medalla de Andalucía, que recibió en el año 2021.
Ahora que por desgracia ya no está entre nosotros, su ejemplo debe servirnos a todos para seguir su senda, para la llama que él encendió y supo mantener viva. Cádiz le llora, pero sin duda su legado es el mejor posible que podía dejarnos: la ejemplificación de que todos y cada uno de nosotros podemos aportar nuestro pequeño grano de arena para hacer este mundo un poco mejor.
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