Un edificio lleno de esperanza
En los peores días de la pandemia, proyectos como el de Tiempo Libre ayudan a recordar que este tiempo de temor acabará

Los días que corren, para muchos demasiado despacio, al cierre de este enero de 2021 son los más difíciles que se han vivido en la pandemia. Las expectativas por la llegada de la vacuna han quedado aplastadas por el cansancio acumulado, el desconcierto y, sobre ... todo, el dolor en tantas familias por la enfermedad y la muerte de sus seres queridos. Las cifras son las peores de las tres etapas con el peso añadido que supone casi un año de temor. En segundo término, tras la prioridad humana y sanitaria, aparece otro motivo de pesar. Cada vez son más negocios de todos los sectores los que echan el cierre. Meses de pérdidas, clausuras intermitentes, limitación de horarios o movimientos y consumidores asustados, enclaustrados de forma colectiva o particular han supuesto un lastre insuperable para demasiados. Las calles de los centros urbanos de todas las ciudades gaditanas, andaluzas y españolas nunca mostraron un aspecto tan triste y desértico. Que todos desconozcamos hasta cuándo durará esta espera multiplica su efecto depresor. Demasiados hogares, demasiados jóvenes, temen por su futuro inmediato. Además de las obvias razones de salud, por su supervivencia económica. Los muchos que aún conservan su empleo, su negocio, nunca los han visto tan comprometidos e inciertos a corto plazo, en este mismo año.
Por contradictorio que resulte, en la mayor pesadumbre es más necesaria que nunca la esperanza, la creencia de que pronto van a llegar tiempos mejores en los que la convivencia pública sea posible, en los que el consumo, la cultura en vivo, las fiestas, las tradiciones, el turismo, la actividad diaria normalizada vuelvan a dar pulso y alegría a una sociedad conmocionada. Una de esas pequeñas luces al final del túnel que necesitamos por decenas, en todos los órdenes, es el proyecto de reconstrucción del nuevo complejo Tiempo Libre. Que su promotora mantenga el proyecto hotelero de alto nivel (con el cambio de 15 a 11 plantas) y tenga todos los locales comerciales comprometidos con firmas de todo tipo es un estímulo para creer. Otros creen y lo demuestran con hechos, con inversión, empuje y riesgo. En otras ciudades sucede algo similar con la construcción de viviendas o la llegada de empresas. Son ejemplos de una sensación que necesitamos más que nunca, que nos dice a cada uno –como en aquella fábula del rey– que «esto también pasará».