EL APUNTE

El drama que sigue aunque ya no miremos

Pese a que el Covid-19 ha desplazado el interés por la inmigración irregular, ésta debe seguir siendo una prioridad en Cádiz

Inmigrantes besan la orilla al llegar a Cádiz. A.V.

A menudo sucede que un drama tapa otro. Que un problema anula el siguiente. Que lo urgente anula lo importante. El año que se acaba de marchar ha sido una buena prueba de ello. Todos, empezando por nosotros, los medios de comunicación, hemos puesto el ... foco en la crisis provocada por el coronavirus y hemos dejado de lado otros temas. Como nosotros, los ciudadanos y las administraciones han modificado sus prioridades . Sin embargo, aunque nadie preste atención al árbol que cae en mitad del bosque sigue provocando estruendo.

Las cifras de muertos por el Sars-Cov-2 y la incertidumbre económica y social no nos pueden hacer olvidar el drama de la inmigración, ese constante goteo de vidas desesperadas que se entregan a la incertidumbre del mar en busca de una vida mejor . Los balances que se han elaborado una vez terminado 2020 recogen que han alcanzado la costa gaditana 4.000 personas menos que en 2019 y 18.000 menos que en 2018. Sin embargo, no podemos conformarnos con la idea de que como el problema ahora está afectando a otro territorio de manera más perentoria, ha dejado de ser nuestro. La situación que vive todo el entorno del Mediterráneo ha provocado que los inmigrantes (y, sobre todo, las mafias) opten por la ruta canaria en su intento por alcanzar España, lo que supone un extra de peligro para estas personas que han entregado sus espíritus a las manos de unos traficantes que no dudan en ponerlos en peligro por hacerse con unas cuantas monedas.

Los análisis de los expertos ya señalan cambios de estrategias , motivados por el cierre de fronteras y por las nuevas medidas contra el coronavirus. Una de ellas es la del uso de barcos nodriza que harían que las embarcaciones llegaran a lugares donde nunca antes se habían avistado pateras, como es el caso de Cádiz capital o de San Fernando, que han visto aparecer en sus playas estas precarias embarcaciones.

Las fuerzas de seguridad que se encargan del control de las fronteras ya avisaban , antes de la crisis del virus, de que necesitaban de más medios, porque no podían compaginar el control del narcotráfico con el de la inmigración. Ahora se hace más necesario ese aumento de dotación. Porque si son duras las imágenes de los inmigrantes alcanzando con desesperación la costa, peores son las de quienes no logran llegar.

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