OPINIÓN

El drama de las residencias

Los expertos calculan que de los 27.000 muertos por Covid-19 en España, 17.000 se han producido en este tipo de centros. Un dato sobre el que todos debemos reflexionar

Una mujer mayor residente en un edificio para la tercera edad. ABC

Es posible que el incremento de la esperanza de vida unido a la evolución vertiginosa de la sociedad, acuciada por la tecnología y por una renovación muy rápida de los hábitos vitales, haya producido una fractura entre los mayores improductivos y las generaciones activas. En ... cierta manera, el problema de tener que pagar pensiones a una cantidad cada vez mayor de beneficiarios durante un periodo cada vez más largo tiene su reflejo en la organización de la existencia de un colectivo creciente que, a partir de la jubilación, no vive con su descendencia y ha de organizar su supervivencia, individual o colectivamente. Las residencias de ancianos son, si están bien concebidas, una solución, cuya existencia probablemente no se pueda cuestionar porque no existe opción alternativa.

La pandemia ha deparado sin embargo una desagradable sorpresa (que para algunos no lo ha sido) porque se ha comprobado que numerosas de estas instituciones eran simples lugares de estabulación de ancianos , sin acceso a las atenciones mínimas y a los cuidados indispensables que requieren las personas en la última fase de su vida, cuestiones sobre las que muchos de quienes habían internado a familiares en tales asilos no tenían demasiado interés en indagar.

Lo cierto es que la gran epidemia ha cogido desprevenidas a las residencias y a sus asilados; que tales albergues disponían de un personal claramente insuficiente para cumplir dignamente la misión de cuidado y tutela de unas personas indefensas ; que la inmensa mayoría de tales centros no contaban con asistencia sanitaria suficiente y constante, ni siquiera un concierto eficaz con un hospital cercano; que las condiciones higiénico sanitarias de tales instalaciones dejaban mucho que desear. Y que todo esto no había sido percibido, aparentemente, por gran parte de los familiares de los recluidos.

Como consecuencia de todas estas deficiencias, y de las carencias del sistema general de salud, la masacre ha sido brutal. De los 27.000 muertos que ha dejado tras de sí la Covid-19 en España, los expertos, que están tratando de sumar los datos fragmentarios y/o intencionadamente mendaces de las autonomías, han calculado provisionalmente que unos 17.000 provienen de las residencias de la tercera edad. Han caído como moscas, en buena parte sin acceso a tratamiento alguno.

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