Un año después de la histeria por listeria

Las empresas gaditanas, sin un solo caso registrado, nunca merecieron el descrédito generalizado que sufrió el sector a causa de una ínfima minoría

Se cumple un año de un terremoto sanitario que parece una grieta en un tabique doméstico si se compara con lo que vino después: la pandemia del coronavirus Covid-19.

Sin embargo, el pasado verano saltó una alarma que parecía relevante (luego nimia, en comparación) ... por el presunto caso de intoxicación por listeriosis a través de productos cárnicos como la carne mechada.

Algunas localidades con gran tradición en este tipo de producciones, como Paterna de la Rivera, sufrieron un impacto económico severo. A la vista de los doce meses transcurridos, parece que pagaron justos por pecadores, que los buenos profesionales, los higiénicos artesanos, ejercieron de cabeza de turco por culpa de algunos presuntos estafadores y supuestos negligentes guarros que mancharon todo un sector, todo un producto.

La mejor manera para disuadir a aquellos dubitativos gaditanos y visitantes temerosos por la propagación de la listeria y la alarma generada –«un error» según los afectados gaditanos incluso un año después– es poder consumir hoy ese producto con total tranquilidad. Porque marcas como Sabores de Paterna, fraguadas tras décadas de excelente y arduo trabajo, consolidadas en el mercado como sinónimo de calidad y garantía pese al origen humilde tanto de sus propietarios como de la población gaditana, no merecían el golpe que recibieron por las malas prácticas, presuntas, de una ínfima minoría de empresarios ajenos y lejanos.

Por ello, los vecinos y consumidores de todos estos exquisitos manjares de fama nacional han superado con serenidad las noticias que llegaban hace solo un año desde las dependencias de la Junta de Andalucía y el Gobierno.

Nunca se conoció ningún infectado por consumir un producto de las compañías gaditanas, de Paterna o Medina, que vieron paralizada toda su actividad sin motivo y sufrieron la retirada del mercado de todos sus productos. Medidas drásticas e injustificadas a toro pasado pero posiblemente comprensibles por la alarma generada entonces. De listeria a histeria sólo había, y aún hay, una sola letra de diferencia. Bien lo hemos aprendido después, desde marzo hasta ahora: la salud es lo primero.

Hay que actuar con presteza y seriedad en cada crisis sanitaria pero a su vez es necesario huir de generalizaciones y simplificaciones que, a la vista está, tanto daño han causado a muchas familias sin motivo. Como hemos aprendido de la pandemia: la salud es lo primero y proteger la economía, lo segundo.

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