El descrédito político
«Los ‘sin techo’ durmiendo en los terrenos del ‘futuro’ hospital gaditano son la mejor fotografía del estado crítico de esta tierra y del valor de las promesas de nuestros gobernantes»
Una persona puede medirse por el valor de su palabra. En política, este axioma se ha degradado de tal manera que hasta se acepta la mentira y la farsa como parte del juego. La misma semana en la que la Junta anuncia la construcción de ... un flamante tercer hospital en Málaga, en el solar de la antigua CASA, donde se proyectó hace 15 años un centro sanitario, moran y duermen ciudadanos sin hogar entre cartones y enseres.
Es la fotografía nítida de las promesas incumplidas por todos los actores de este sainete. En 2006, el PSOE proyectaba un edificio del que tres lustros después sólo queda polvo y un cartel al que hasta se le caen las letras de la vergüenza. El Partido Popular retomó el proyecto para ganar las elecciones, y una vez alcanzado su objetivo tornó las miras y metas. Y Kichi... el populista que gritaba ‘ ni casas sin gente ni gente sin casas’ ve como en su Cádiz se duplican los ‘sin techo’ y le recuerdan cada jornada su estrepitoso fracaso en este apartado.
Mientras se tiran la pelota unos a otros, culpándoles de errores propios y ajenos, parecen no entender que sus actos tienen consecuencias. Cádiz es una ciudad adormecida que se está quedando atrapada en el tiempo, y resulta tramposo aferrarse a ello desde un cariz nostálgico y ensalzar su encantadora decadencia. Un proyecto ambicioso va más allá de un carril bici (para ‘runners’, carritos y patines) y cobrar por apagar en cualquier rincón. Adolece de la renovación de servicios claves para su bienestar como podría ser el citado hospital u otras instalaciones como la Comisaría.
Y luego está la delicada gestión de los ‘sin techo’, una situación que no se soluciona con eslóganes, como habrán podido comprobar desde el equipo de Gobierno. La imagen es lo de menos, pues conlleva problemas de insalubridad y de seguridad, como denuncian continuamente los vecinos.
Carentes de ideas o capacidad para solventar las exigencias primarias de la calle, el descrédito político se acentúa al observar como se situan en un escenario diferente a la realidad del ciudadano. Los extremos se retroalimentan constantemente con debates estériles y las posturas moderadas se desorientan en este terreno tan inestable. Y por ello el verbo, la palabra, se va quedando tan vacía como las unidades de ese hospital gaditano que es un perfecto reflejo del estado de gravedad crítico de esta tierra.