Descontrol e incapacidad por los cuatro costados

No hay sector de la ciudad que no se haya visto salpicado por la falta de tino del equipo de Gobierno, desde los talleres ocupacionales a los autobuses urbanos

Pongámonos en situación. Verano de 2011. Un grupo de activistas irrumpe en un edificio de Valcárcel abandonado para, según sus proclamas, dotarlo de actividad y recuperarlo para el pueblo. Durante este tiempo se esfuerzan por llevar a cabo, a su modo y contraviniendo el derecho ... público, actividades para todos. En enero de 2012, la aventura terminó. Cuando tres años después, Por Cádiz sí se puede, con un bisoño José María González a la cabeza, se hizo con el poder, todos pensaban que Cádiz sería un hervidero de actividad cultural, que los talleres florecerían por doquier y que desde lo público se potenciaría la contratación de monitores. Siete años después, el equipo de Gobierno ha dejado sin trabajo a 14 monitores y sin actividad a 500 alumnos. Los únicos talleres que interesan ahora en Cádiz son los ideológicos. Esos, nunca faltan.

En ese mismo 2015, en campaña y en los primeros meses de la era Kichi, la coalición de izquierdas que tomaba el bastón vaticinaba una gran recuperación de los servicios públicos, que pasarían, como en una gigantesca Venezuela, a estar controlados desde la administración. La intención era triple: hacerlos más baratos, que ofrecieran más calidad y darle más estabilidad a las plantillas. Siete años después, todo sigue igual. Ni siquiera se han completado los pliegos para nuevas adjudicaciones y la prorrogación de servicios a todas luces deficitarios se mantiene sin fin. Por no hablar de la multiplicación de los conflictos laborales, como el de la huelga de Tranvías que está en ciernes.

Era el año 2015 cuando el comparsista se sentaba en el sillón de San Juan de Dios. Ahora el Carnaval recuperaría su esencia, despojado de la supuestas mafias de Patronatos y de los concejales de la derecha que lo quería hundir. Siete años después, nos enfrentamos a un Concurso en mayo sin ninguna expectación y huérfano de una calle que salió en febrero y con unas fiestas gastronómicas desnaturalizadas que nadie entiende.

Han pasado siete años desde que, según las proclamas del partido morado, el pueblo, la sociedad civil, se organizara para tomar el poder. Y en 2022, la misma sociedad ha constituido una plataforma popular porque ya ningún sector soporta el descontrol y la incapacidad de este equipo de Gobierno.

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