EL APUNTE

La derrota de una chapuza

El rechazo a la intervención de los fondos de los ayuntamientos es una victoria del municipalismo y la coherencia política

Los alcaldes del PP se concentraron en el Congreso contra la intervención de los fondos de los ayuntamientos. L.V.

La Voz de Cádiz

Una de las actitudes más irritantes de una institución pública es el paternalismo (o el maternalismo si los hipersensibles del género lo prefieren). Cuando los responsables de una administración le dicen a los de otra algo parecido a «déjame, quita, ya me encargo yo, que ... lo hago por tu bien». Parte de ese simplismo estaba detrás del decreto-ley que afortunadamente el Congreso de los Diputados ha tumbado para hacer historia y convertir al Ejecutivo de Pedro Sánchez (con apoyo de los separatistas y de Podemos) en el único que ha perdido dos votaciones para sacar adelante una herramienta legislativa tan fundamental. Y es que ese decreto venía a ordenar la intervención de todos los ahorros, los remanentes, los recursos económicos de los Ayuntamientos de España. El pretexto era usarlos en una situación económica de emergencia como la que se vive a resultas de la pésima gestión gubernamental de la alerta sanitaria provocada por la pandemia mundial. Lo más inteligente y práctico, lo más democrático y respetuoso, sería pactar con los ayuntamientos el uso de esos remanentes.

El rechazo a esa confiscación encubierta de casi 5.000 millones de euros era tan unánime que ha sido capaz de poner de acuerdo a ayuntamientos del PSOE con otros de signo distinto, como pueden ser en la Bahía de Cádiz los de la capital (gobernado por Adelante) y El Puerto de Santa María (PP). El despropósito era tal que en la víspera de la votación parlamentaria del jueves, el Gobierno daba por hecho que la oposición y parte de los que le apoyan tumbarían el acuerdo sobre la cesión al Ejecutivo de los remanentes de los ayuntamientos acordado en el seno de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP).

El Ministerio de Hacienda apuró hasta el final su agónica negociación para intentar salvar el Real Decreto-Ley que en la práctica incautaba el superávit de los ayuntamientos . María Jesús Montero lanzó distintas ofertas desesperadas, se prestó a incluir las enmiendas que quisieran realizar los grupos para poder gastar ya este año 2.000 millones.

Pero todo fue en vano porque llegó la derrota , la del paternalismo político y el intervencionismo chapucero. En cambio, es una victoria para el municipalismo y para la coherencia de una oposición que esta vez ha sabido estar.

Artículo solo para registrados

Lee gratis el contenido completo

Regístrate

Ver comentarios