El Apunte
El delito para el odio
La izquierda sigue ideologizando la violencia para atacar al enemigo, deformando la realidad porque ya ni siquiera importa que sea mentira
La provincia de Cádiz (1.250.000 habitantes) registró en 2020 un total de 19 delitos de odio, con una tasa de 1,5 por cada cien mil habitantes. Por homofobia, tres. Todos ellos condenables sin ambages, execrables, como cualquier violencia y más si cabe ... cuando se emplea por motivos de condición sexual, económica, por ideología o creencias... Hay que perseguir estos hechos delictivos con el fin de que se reduzcan al máximo, conscientes de que por naturaleza humana es una quimera la desaparición radical de la delincuencia.
El bulo de Malasaña a nivel estadístico apenas representa nada. Una denuncia falsa entre tantas verdaderas, y entre muchísimas que no se llegan a producir por miedo y reparo. Sin embargo, ha abierto medios nacionales, partes televisivos y radiofónicos y copado el debate en redes. ¿Por qué? Por el uso torticero y manipulador que se ha realizado por parte de la izquierda de este ‘no suceso’, ideologizando esta violencia y aprovechando para cargar contra uno de los partidos con mayor representación de la Cámara y también contra sus votantes.
Ante la caída en las encuestas, elevar la tensión parece la respuesta de estas formaciones, que justifican todo medio para alcanzar su fin: el ataque, no al adversario, sino al enemigo. Sin pudor, sin escrúpulos, bajo la ley del ‘todo vale’, aunque sea mentira. Hasta el propio ministro se apunta a esta estrategia y engorda un currículum irrisorio con varios escándalos en su haber.
Aparte de la cuestionable moralidad de estos hechos, dibujan una España que en nada se corresponde a la realidad, confirmando que se han alejado de la calle y son incapaces de pulsar las verdaderas inquietudes de los ciudadanos. Retratan un país, incluso un Madrid, en el que por ser homosexual te insultan o apalean en cualquier esquina, cuando el propio Pedro Sánchez se mostraba orgulloso hace una semana de los elevados valores españoles. Esbozan una nación insegura en la que las mujeres no pueden pasear solas por sus barrios. Una vida en blanco y negro, como pintaba Kichi a la propia Cádiz. Una deformación grotesca de nuestra sociedad para servirse de ella como arma con la que disparar al contrario. Una izquierda ‘fake’ que sacrifica la realidad en pos de sus objetivos. Porque sí, es un bulo, es mentira. Pero ya da igual.