La Voz de Cádiz - EL APUNTE
Cádiz debe acercarse más al mar
Seguramente a muchos de ustedes les sorprenda el hecho de que el perímetro de muchas iglesias y catedrales esté delimitado por una cadena o ya, pasado el tiempo, sólo con una especie de bolardos
Seguramente a muchos de ustedes les sorprenda el hecho de que el perímetro de muchas iglesias y catedrales esté delimitado por una cadena o ya, pasado el tiempo, sólo con una especie de bolardos. La razón es que, en el pasado, de cadenas para dentro la máxima autoridad era la Iglesia y de cadenas para fuera, quien regía era el poder secular. Si esa frontera cayó, no lo hace otra de parecida naturaleza que pervive en la ciudad de Cádiz: la que separa el muelle del resto de la ciudad. Pese a los momentos en que esa frontera se hace permeable y los gaditanos pueden disfrutar de este espacio, la valla sigue impidiendo que se pueda sentir el puerto como algo propio y que se aprovechen las múltiples posibilidades que ofrece.
Pero tras esta valla, esta frontera, hay una segunda, menos conocida y que limita la actividad del tráfico de cruceros de la ciudad, que se ha revelado como una de los grandes fortalezas de Cádiz. Esta valla se sitúa a 25 metros del cantil del muelle, un espacio insuficiente para que la ciudad pueda ser puerto base de cruceros. La empresa que gestiona las terminales ya ha pedido que esta división se desplace 35 metros para facilitar el embarque y poder agilizar el embarque y desembarque de viajeros.
La ciudad debe afrontar, más pronto que tarde, un sereno debate sobre qué hacer con los espacios portuarios, de cómo integrarlos en la ciudad y de cómo permitir con ellos que la economía se desarrolle, no que se encorsete. A nadie escapa que, sobre todo en estos tiempos, la seguridad es una cuestión prioritaria y que no se pueden hacer experimentos que terminen desembocando en un problema mayor. Pero también es cierto que las dos vallas se diseñaron en un momento que nada tenía que ver con la situación y con las demandas actuales de una ciudad que quiere crecer y que necesita, casi desesperadamente, alicientes económicos.
Sea la célebre valla (que incluso protagonizó uno de los cuplés más célebres del Selu) o la desconocida, la ciudad y la Autoridad Portuaria deben ajustar en su justa medida las protecciones, las dimensiones y los pasos. Porque todos nos jugamos mucho en este aprovechamiento del mar y sus recursos. Entre todos se puede, se debe, conseguir esta mejora de la relación entre Cádiz y su puerto. Porque Cádiz es su mar.