EL APUNTE

La cura de uno de nuestros embajadores

El buque Juan Carlos I se pone a punto en el astillero de Puerto Real tras sus primeros diez años de servicio

El reposo del guerrero. Tras diez años en los que ha mantenido una gran actividad, uno de los mejores embajadores con los que cuenta España, el portaeronaves Juan Carlos I, se encuentra en los astilleros de Puerto Real para someterse a una puesta a punto ... en profundidad. Como todas las estructuras que permanecen mucho tiempo sumergidas, debe pasar por dique seco para comprobar que toda la parte que se encuentra en contacto con el mar está en buen estado. Y es que el Juan Carlos I ha demostrado que sabe cuidar de lo que se ve y de lo que no se ve.

De lo que se ve porque luce con orgullo por todo el mundo, como su tío el Juan Sebastián de Elcano, la bandera de España y el emblema de la Armada. Su presencia en misiones de paz es una garantía por el buen hacer de su tripulación, que cuenta con el respaldo de los aviones ‘Harrier’ que alberga el gigantesco buque y de los helicópteros que lo escoltan.

Estas aeronaves forman también parte de lo que no se ve, de lo que está oculto en las entrañas de este gigante del mar. Como es parte de lo que no se ve el esfuerzo de su tripulación y mandos por mantener en perfectas condiciones la que es una de las joyas de la industria bélica española. Una pieza de ingeniería tan precisa y preciosa que, para su mantenimiento, ha escogido los astilleros de Puerto Real, que demuestran una vez más que están a la vanguardia en cuanto a ‘know-how’ y capacidad de ofrecer soluciones a los problemas que les presenten. Dos grandes, la Armada española y Navantia, juntos en un mismo proyecto con la Bahía como fondo.

El Juan Carlos I está en el dique hasta el 22 de diciembre, aunque eso no significa que el trabajo se haya detenido para quienes lo dotan de vida. Su tripulación, en el tiempo en que ha permanecido en el dique el portaeronaves, ha seguido formándose y mejorando para estar preparada cuando el barco vuelva a surcar los mares. A partir de febrero se considerará que esta joya de la Armada esté plenamente operativa. Y estará reluciente por fuera, en la parte que se ve, y, sobre todo, en la que no se ve. En el interior de circuitos, hélices y compartimentos estancos revisados y puestos a punto en Puerto Real. Y, sobre todo, en el interior de los marinos que vuelvan a hacerse a la mar con un poco del espíritu de los astilleros gaditanos en sus corazones.

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