La cuarta vacuna de recuerdo
El número de contagios vuelve a subir aunque aún no hay casos graves pero basta para que prudencia y nueva dosis sean recomendables
Aunque ahora parezca lejano –gracias a un sistema de supervivencia psicológica colectiva que casi todos compartimos– la peor pandemia de nuestras vidas empezó a menguar hace apenas semanas. Aún en febrero, el número de casos y víctimas era notable, por no mencionar lo vivido en ... enero de 2022, cuando el número de casos –aunque afortunadamente con limitado número de pacientes graves– alcanzó proporciones de plaga. Eran los momentos en los que ninguna familia, ningún comercio, ninguna empresa o colectivo por pequeño que fuera estaba libre de tener, al menos, un contagiado. Veníamos de dos años terribles, con aquellas olas de 2020 y 2021 que costaron decenas de miles de vidas en España, millones en el mundo, cientos en la provincia. Aún no hay consenso científico para cuantificarlas exactamente. Poco a poco, con mucho sufrimiento, con encierros, parálisis económica, con miedo y paciencia, lo peor fue pasando. «Mascarilla, distancia y aire libre» fueron las claves que sostuvieron la prevención hasta que llegó la definitiva, la más sólida, la vacuna. La disciplina, la solidaridad, de la población, sumada a una buena organización administrativa permite que más de un 90% de los españoles estén vacunados con, al menos, dos dosis. Muchísimos, con la tercera. Ese dato, y solo ese, ha permitido que el número de hospitalizados o fallecidos por coronavirus haya bajado. Aunque ya no hay recuento diario, los contagios en la provincia se mantienen por centenares y la mortandad se eleva hasta la treintena de casos a la semana. Son muchos menos que hace medio año, un año, dos, pero demuestran que el virus continúa vivo y que si no se tiene cuidado se puede contraer la enfermedad.
Las UCI ya no están colapsadas pero no cometamos el error de confiarnos. El coronavirus no se ha marchado. La recuperación de fiestas, con la lógica alegría por recuperar lo perdido, han propiciado encuentros masivos entre una población que apartó la mascarilla tras casi dos años soportándola. La consecuencia, quizás previsible, es un aumento de contagios que no provoca incremento de casos graves ni víctimas pero recuerda la necesidad de conservar la prudencia, la prevención, los buenos hábitos. Entre ellos, el de la vacunación, la cuarta dosis a los potenciales pacientes vulnerables (ancianos, inmunodeprimidos, embarazadas...). El presidente Juanma Moreno la reclamó ayer a su paso por la Feria de Jerez y parece justo, sensato, sumarse a esa petición.
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