Los cruceros perdidos
Más que recuperar las escalas, el objetivo es recuperar la actividad normal de los cruceristas porque de lo contrario su potencial efecto económico queda en nada
La provincia vive en estos días el análisis de un verano complejo, inesperado y, probablemente, irrepetible. La imposibilidad, o complicación, de los viajes al extranjero ha potenciado el turismo nacional hasta límites desconocidos hasta ahora. En esa variación circunstancial, provocada por la primera pandemia global ... en un siglo, modifica cualquier conclusión que se obtenga. Sin la premisa de la enfermedad colectiva y la crisis sanitaria previa, nada podría entenderse.
Los números de ocupación, que ayer tuvieron otra entrega a nivel nacional, dejan a Cádiz en una posición de privilegio. Tanto la capital como localidades de costa o de interior, ciudades mayores o pueblos, apartamentos, hostelería... La fama acumulada durante años, desaparecida la competencia internacional, ha puesto a los destinos gaditanos en el podio sin ninguna discusión. Sólo los grandes recintos hoteleros, llamados ‘resorts’, y los cruceros se han quedado al margen de esta recuperación, quizás circunstancial pero notable. En el caso de los grandes complejos turísticos (agrupados como ‘todo incluido’) la dependencia del viajero internacional (alemán, británico, francés, norteamericano, escandinavo, asiático...) es absoluta. Mientras sea complicado, o poco apetecible, volar por temor al regreso, a las cuarentenas, las cancelaciones o los cambios de fecha, esta situación se prolongará. En el caso de los cruceros, la situación tiene matices. Las dificultades de tránsito internacional son parecidas aunque los posibles cambios, bruscos, de programación son menos. Las limitaciones, en cambio, son en destino. Con la influencia que eso tiene en ciudades como Cádiz, embalada en este sector, que llegó a recibir 18.000 cruceristas por semana hasta 2019. Casi el 20% de su población llegaba como clientela, desde un barco a consumir.
Si se tiene en cuenta que los cruceristas contaban con unas horas para visitar la ciudad y hacer compras o consumos, la prohibición actual de hacerlo anula su impacto económico. Una situación que, vacunación de por medio, debe remediarse cuanto antes para no tirar los muchos frutos conseguidos por la borda. El turismo de cruceros es necesario, sobre todo por complementar el verano con sus temporadas altas de primavera y otoño, pero debe recuperar la normalidad y romper la burbuja. De otro modo, todo el trabajo hecho quedará anulado.