Crítico diagnóstico de la economía

Nueve de cada diez economistas creen que la crisis será profunda y duradera en una provincia que ya estaba enferma

A estas alturas, a unos pocos días de cumplir el primer año de esa pandemia que nadie olvidará en el resto de su vida, es una obviedad insultante decir eso de que « vienen tiempos difíciles ». Sobre todo, porque ya están en curso. En ... lo peor de la desgracia, con los peores números de fallecidos y afectados, ya hemos entendido que nos queda mucho padecimiento. Ojalá que la vacunación y la naturaleza, aliadas con la responsabilidad individual y las medidas de prevención, vayan torciéndole el brazo a este vendaval de tristeza. Al margen del pesar por la salud, el prioritario, el único hasta que el número de infectados quede reducido a casi nada, todos arrastramos un segundo dolor, el de los afortunados. Los que consigan eludir la dolencia en primera persona y en su entorno tendrán que enfrentarse a un retroceso económico, laboral, social, sin precedentes. Los que creían que los peores años de recesión y crisis de consumo transcurrieron entre 2008 y 2014 entienden ahora que aquello fue una broma, un breve ensayo de lo que ha venido. Con media humanidad metida en casa, con demasiados aviones, barcos, trenes, coches y camiones parados. Con los comercios sin clientes...

Los expertos se dividen ya entre los que creen que nunca volverá «la normalidad» como la conocimos hasta febrero de 2020 y los que creen que llegará de forma gradual allá por 2030. Pensar en una recuperación rápida, en cuestión de meses, dentro de un año es engañarse, sencillamente. La herida es demasiado profunda en demasiados negocios, en demasiadas empresas, en demasiadas familias. Nadie en sus cabales cree ya en una temporada veraniega convencional, por ejemplo. Ni siquiera en 2022. La segunda encuesta de coyuntura y expectativas que ha realizado el Colegio de Economistas de Cádiz pone números y nombres a este abismo económico que precisará del trabajo de todos, de la solidaridad de cada ciudadano, durante mucho tiempo. El impacto, dicen estos expertos, será mayor en la provincia por su dependencia del sector servicios, por la debilidad que ya tenían sus estructuras económicas y laborales. Nueve de cada diez encuestados cree que el cierre de empresas causará un daño duradero. Sólo el sector agroalimentario se salva del pronóstico de caída severa, profunda y larga. Las ayudas europeas serán esenciales pero también las que seamos capaces de darnos entre nosotros. Estos próximos meses, años, nos van a poner a prueba.

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