EL APUNTE
Los contagios son de todos
La polémica sobre las medidas preventivas contra el virus del Nilo muestra la necesidad de acción política inmediata
Los virus, las enfermedades en general, tienen la capacidad de enfrentarnos a nuestro verdadero tamaño. Nos creíamos muy fuertes y poderosos, muy tecnológicos y avanzados, hasta que un elemento natural de proporciones microscópicas ha puesto nuestro mundo del revés. En apenas unos días, ... unas semanas. Hablamos de un coronavirus llamado Covid-19 como podríamos mencionar la incontrolable multiplicación celular que provoca el aún desconocido cáncer o cualquier otra enfermedad. Son muchas. Miles y todas nos dan una referencia exacta de nuestra talla verdadera. El tiempo ha hecho coincidir al Covid-19 con el llamado virus del Nilo, que ni es nuevo ni –de lejos– tan letal, pero se ha cobrado ya varias vidas en Andalucía. Este microorganismo en concreto, ha tenido la virtud de enseñarnos también la categoría de nuestra política. En vez de hacer que los representantes públicos se unan con los técnicos para tratar de frenarlo, se ha convertido en otra fuente de reproches cruzados que de nada sirven para auxiliar a los enfermos y, sobre todo, para prevenir nuevos casos. Hace apenas cinco días, un responsable de la Diputación Provincial de Cádiz mantenía una contradicción que sirve de resumen para la triste polémica. El vicepresidente afirmaba que la Corporación «mantiene el servicio para el control de mosquitos en La Janda y no escatima esfuerzos pero tampoco puede asumir en solitario una competencia ajena». Es decir, que es responsabilidad propia pero busca culpas en los demás, en este caso en la Junta de Andalucía. Olvidaba, u omitía, que el Gobierno autonómico de Manuel Chaves, de su partido, recibió e ignoró avisos sobre esta enfermedad hace más de diez años sin hacer absolutamente nada. Pero esa ocasión se perdió. Ya esta semana, el portavoz del Partido Popular reclamaba, a la contra, que es imprescindible una fumigación completa por vía aérea ya que Diputación sólo ha cubierto una cuarta parte del territorio que debe tratarse químicamente para prevenir la actuación de los insectos que transmiten esta enfermedad. Es necesario recordar que jamás pasa de un ser humano a otro. Sólo puede contagiarse por picadura.
Resulta que una y otra parte, Diputación y Junta, reclaman a la otra una actuación extraordinaria porque con la prevención común no alcanza. La conclusión de un ciudadano podría ser que ambas partes tienen que arrimar el hombro y aplicar esas medidas añadidas que los dos lados de la mesa exigen. Los datos, los casos, parecen reclamar ese tipo de actuaciones sin más retrasos, sin buscar culpables que puedan servir de motivo de dilación, de excusas. Es un deber de todos para con todos .