El Apunte

Un Consistorio orgulloso y solo

El Ayuntamiento se empecina en una fecha para el Carnaval que le ha generado la crítica hasta de los sectores más amables con su gestión

Hay una anécdota que, habida cuenta del sentir ideológico de la coalición del Ayuntamiento de Cádiz, conocerán en San Juan de Dios. Cuando Hugo Chávez llegó al poder, Fidel Castro le felicitó y le dio un único consejo: «no te quedes solo». La máxima parece ... haber pasado desapercibida para el equipo de Gobierno en su particular cruzada por imponer la fecha del carnaval. Ni la opinión mayoritaria de la ciudad ni la de distintos sectores de la fiesta les ha hecho cambiar su postura y ayer la delegada de Fiestas, Lola Cazalilla, era firme: la fecha no se toca.

Una vez más, la doble cara de este Consistorio. Con una, se pregonan los procesos participativos (¿recuerdan ustedes los aspavientos y las llamadas a la ciudadanía cada vez que, en aquel lejano 2015, había que decidir algo?) y foros donde cada cual puede verter su opinión y, con la otra, se practica un ordeno y mando que ha sorprendido más a los propios que a los extraños. Ni las declaraciones de los médicos que indican que no hay ninguna evidencia de que sea más seguro apostar por junio ni la oposición en bloque del carnaval de la calle les han hecho moverse de la atalaya desde la que gobiernan.

No extraña que la coincidencia con una festividad como el Corpus, a la que el equipo de González Santos lleva marginando de manera sistemática desde que llegaron al poder, no les haya causado la más mínima inquietud, además del hecho de desligar el carnaval de la Cuaresma como es su razón de ser originaria. Tampoco les ha movido a la reflexión el solapamiento con el Rocío, otra festividad popular olvidada por quienes dicen representar a todos los gaditanos. Ni siquiera las advertencias de Canal Sur sobre las dificultades que entrañaría para la retransmisión un COAC en esos días les ha llamado a un pequeño ejercicio de humildad y rectificación.

El Carnaval, fiesta popular por antonomasia, corre el riesgo, precisamente, de convertirse en la fiesta con menos participación por la falta de actitud de los responsables municipales, criticados incluso por algunos de sus más benévolos seguidores. Una fiesta con dos convocatorias corre el riesgo de volverse disperso, cuando no aburrido o, aún peor pensando en el futuro, irrelevante. Como ya les dijo un afamado comparsista, quienes han tomado la decisión se están viendo cada vez más solos.

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