El apunte
Un conflicto sin solución
Ni Alcaldía ni Policía Local han dado un solo paso en firme en tres años y su enfrentamiento sigue donde comenzó
Si se toma un poco de distancia, para poder adquirir la suficiente perspectiva, resulta difícil discutir que una de las mayores dificultades que ha encontrado el movimiento político de Podemos/ Ganemos/ Adelante desde su llegada al Gobierno local es la relación con la Policía Local. ... Ningún otro conflicto refleja de forma más certera el choque entre la utopía y la práctica que ha sumido en el ridículo permanente la propuesta ideológica del alcalde y sus colaboradores. Los antiguos mensajes bienintencionados de los megáfonos suelen convertirse en complejos retos cuando se trata de solucionarlos a través de normas, leyes, burocracia, presupuestos, reuniones e intereses enfrentados. Esta realidad cuenta con múltiples ejemplos pese a que la trayectoria institucional de los actuales dirigentes municipales, su experiencia real, apenas supera el lustro de extensión. Sin embargo, el conflicto entre utopía y realidad ha tenido ya numerosos episodios.
En Cádiz, curiosamente, uno de los más frecuentes ha estado en la colisión del Gobierno municipal con la Policía Local. Si en la convocatoria del pasado carnaval, en febrero de 2022, o durante el bienio más dramático de pandemia, 2020-2022, estas diferencias han llegado a quedar solapadas por la gravedad de la situación general o por la aparente cercanía de un acuerdo, el cierre en falso se ha revelado muy claro. En los últimos días, unos y otros han vuelto a mostrar sus diferencias con toda su crudeza. Tanta que las movilizaciones obligaron al alcalde a entrar a la final del Concurso de Carnaval del Falla por una puerta lateral. Un día tras otro se concentran para pedir la dimisión de José María González ‘Kichi’ por retirar un acuerdo de mejoras salariales y de condiciones que la plantilla reclama desde 2019. Llegó a pactarse en febrero pero ha sido retirado por ser considerado un agravio comparativo por el resto de la plantilla municipal. En suma, tres años después, la incapacidad del Gobierno local y la obcecación de la plantilla mantienen la batalla laboral y administrativa en el mismo lugar.
Los ciudadanos, entre ambas partes, ven como el desacuerdo crónico impide garantizar la seguridad ciudadana en los grandes eventos y como algunos servicios quedan suspendidos de forma permanente: del apoyo a la seguridad en las playas a las campañas contra la violencia de género y contra el ruido, entre otras. La situación es un sonoro fracaso para ambas partes pero aún mayor para una Alcaldía que está obligada a encontrar soluciones y puntos de encuentro.