El Concurso del Falla se rinde a una ideología

Los cambios en la organización han provocado que la mayoría de coplas y grupos coincidan en un signo político único

La organización del Concurso de Carnaval es un laberinto que ni los propios participantes, primeros interesados y aficionados, han sabido resolver. Se han llegado a convocar foros y debates, se han llegado a pedir propuestas. Se prueba una fórmula. Otra. Y nunca llega una cierta ... satisfacción para una mayoría. Cuando no son las desconfianzas y recelos entre autores y agrupaciones son las incomparecencias o la indiferencia. La participación queda siempre bloqueada. Así que el último paso fue la disolución del Patronato del Carnaval, señalado como el origen de todos los males. Hace más o menos un año, la delegada municipal de Fiestas formalizaba su deceso en un Pleno. En esta nueva etapa, las agrupaciones y los seguidores tenían un temor: que al pasar la organización directamente al Ayuntamiento, sin el intermediario anterior, la politización fuera palpable y exagerada. La primera edición del certamen con el organigrama nuevo, el que se cerraba este pasado viernes, ha confirmado que las reservas estaban justificadas, que las sospechas tenían una base fundada.

El Concurso Oficial de Agrupaciones de 2022 –además de las excepcionales condiciones de fecha y número de participantes que cabe achacar a la terrible pandemia 2020-2022– será recordado como el de mayor politización de las últimas décadas. Tanto que algo tan natural y habitual en otros tiempos como la crítica de una comparsa a un alcalde ha sido elevada a la categoría de noticia y acontecimiento. Pero ha sido una anécdota, una cortina de humo. Han abundado las coplas dirigidas en un sentido ideológico único, con agrupaciones enteras dedicadas a defender determinados postulados, con unánime posicionamiento contra una supuesta «represión policial» o apología del terrorismo disfrazada de humor. Ni rastro de la pluralidad y la diversidad.

La elección del jurado también ha vuelto a ser arbitraria, lejos del consenso entre grupos que se pretendía. Finalmente, la manipulación política que se achacaba a gobiernos locales anteriores –con organización colegiada, cuando era autogestión de autores e intérpretes– se ha hecho realidad en la última etapa del segundo mandato de González Santos. Irónicamente, excomparsista.

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