OPINIÓN
Cádiz, ciudad para viejos
El drama de la baja natalidad se multiplica en Cádiz por la dificultad de los jóvenes para acceder a una vivienda; estamos abocados a convertirnos en una ciudad de ancianos en la que nos cruzaremos por el carril bici en silla de ruedas
Ni Cataluña, ni el paro, ni la corrupción. Ni ningún otro problema que usted quiera añadir o que diga el Centro de Investigaciones Sociológicas, el famoso CIS. Siendo, como son, asuntos graves, el gran drama de este país es la natalidad. O la falta de ... ella. Si usted tiene de 40 para arriba, muy probablemente pertenezca a una familia de, mínimo, tres hermanos. O cuatro. O cinco. Hoy en día, las parejas que tienen dos herederos son unos héroes. Y los que tienen más, unos osados, unos inconscientes o, también puede ser, unos descuidados. Pero lo cierto es que hoy día nacen muchos menos niños que hace muy pocas décadas. Lo cual –no hace falta ser sociólogo para saberlo– es un problema que técnicamente podríamos definir como ‘gordo’. Un problemón. Fundamentalmente para las pensiones del futuro. Nuestras pensiones. Datos básicos de la ecuación. Primero: cada vez va a haber menos gente que produzca, además con unos sueldos en general muy bajos, por lo que cotizan menos. Segundo: afortunadamente, nuestra esperanza de vida se alarga, por lo que salvo que cambie mucho la cosa, viviremos más tiempo como jubilados. Conclusión, no salen las cuentas. O nos ponemos todos a la faena de procrear o la única alternativa posible es regularizar mejor la inmigración para que sea gente de fuera la que venga a arreglarnos la papeleta que tenemos por delante.
Y si además de todo esto, usted es gaditano de ‘Cadi Cadi’, el drama se multiplica. En la capital de esta nuestra provincia, como bien sabe, no hay suelo. Mejor dicho, no hay más suelo disponible para viviendas. Lo cual hace que los precios sean disparatadamente caros en comparación con municipios que están a menos de 20 minutos en coche, como San Fernando, Puerto Real, El Puerto e incluso Jerez o Chiclana. Con lo cual, los jóvenes llevan años buscando un techo de Cortadura hacia fuera. Aquí van quedando cada vez menos. Y por supuesto con apenas descendencia. En Cádiz, dónde antes vivía una familia de cinco o seis miembros, ahora viven uno o dos. Los padres, ahora abuelos. Los hijos han tenido que emigrar con los nietos ante la imposibilidad de encontrar siquiera un pisito. La prueba más evidente la hemos tenido esta misma semana con los datos de escolarización. Antes de la crisis, recuerde, era casi imposible encontrar plaza en los colegios más demandados. La gente hasta falsificaba los datos y algunos casos acabaron en el juzgado. Ahora, barra libre. Sobran plazas en todos los colegios menos en cuatro. Que se dice pronto. No hay niños, como si hubiese venido un flautista de Hamelín y se los hubiese llevado a todos. El panorama, a pocos años vista, es desolador. Todos paseando por Cádiz con bastón. ¿Y el carril bici? Para nuestras sillas de ruedas.