Cerrado por miseria

«No hay nada que duela más que la evidencia de un niño señalando el vestido nuevo del emperador»

Yolanda Vallejo

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La miseria, como la venganza, es un plato que se sirve frío, sean cuales sean los ingredientes con los que se aliñe. Sienta mal digerirla en caliente, como casi todo; como las despedidas, como las riñas, como los malos entendidos y es difícil calcular su ... alcance cuando está recién salida del horno. Suele pasar y usted lo sabe. Ocurre siempre que nos apresuramos a evaluar los efectos devastadores del fuego cuando todavía quedan rescoldos, sin detenernos a pensar que cuando baje la marea, después del temporal, el océano vomitará en la orilla, sin misericordia, los restos del naufragio, pedazos de vidas destrozadas. Hasta ese momento, hasta que vuelva la calma, todo son conjeturas, a pesar de las evidencias. Y, después, todo son datos, fríos datos, porque los que cuantifican los daños no tienen indicadores para medir el dolor, la tristeza, ni siquiera para medir el fracaso y el desengaño. Y mucho menos para medir la ruina.

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